por Zee » Sab Ene 19, 2013 7:49 pm
—Oh, vaya —murmuró el Maestro, luego de mi poco honorable muestra de sentimientos. Arrepentido por haber hecho aquella broma, el hombre me pusó una mano en el cabello, sacudiéndolos levemente—. No era mi intención, Xefil. Además, debes saber que una vez te llamé también así.. y no fue por tu procedencia, precisamente.
¿A qué se refería con ello? ¿Me había llamado ya así antes...? No recordaba muy claramente. Debía haber sido meses atrás como para haberlo olvidado. Y era cierto que durante las últimas semanas me hallaba más alterado, debido a todos los episodios de locura, posesión y conversación metafísica que había tenido.
—B-Bueno, eh, si no hay nada más que hablar, eh.. Xefil —intervino Kazuki, salvándome de tener que decir algo más—. Deseo que dentro de unos, eh, días.. pueda tener una audiencia personal contigo. Me gustaría saber, eh.. tus dotes de portador.. magia, afinidad.. aunque me dijo Nanashi eh, que el Espacio era lo tuyo. Tengo ganas de ver cómo te desenvuelves en, eh, combate. Pero si me disculpáis, hoy necesito reposar..
—¿A qué se refiere? Usted mismo me hizo la prueba de Afinidad... —contesté, extrañado ante lo pronto que había olvidado que él mismo me había evaluado, no Nanashi.
Ronin rió a manera de respuesta, aunque no supe si debido a mis palabras o a la actitud de Kazuki, que de inmediato salió del lugar, sin intentar ocultar su cansancio. Noté cómo la Maestra Lyn parecía avergonzada.
—No entiendo cómo ese vago es Maestro, ¿quién diantres le examinó? —cuestionó en voz alta. Aquello me sacó una sonrisa. Pero, al fin y al cabo, el hecho de que había alguna vez pasado el examen era innegable. No había sido nombrado un Maestro por nada.
Las otras Aprendizas se cuestionaron la otra razón por la que nos encontrábamos allí, especialmente Hana, que seguramente ya tenía un Maestro (pese a que no parecía muy conforme con él). Para mi sorpresa, Ronin pareció dudar levemente antes de responder:
—Vamos a hacer una, eh... ¡una investigación!
—¡Jáh! —rió la Maestra Lyn, sarcásticamente, para mi asombro— ¿Y qué clase de "investigación" quieres hacer, Ronin? Me gustaría que me la explicaras..
¿Y ella se quejaba de Kazuki? ¿Quién la había nombrado Maestra a ella? ¡Qué falta de modales! Para fortuna de todos los presentes, Ronin ignoró sus palabras y continuó hablando:
—Vamos a ir a un mundo donde los sincorazón han aparecido hace poco —por alguna razón, el Maestro se giró levemente para encontrarse con mi mirada—. En un castillo. Quiero saber si los sincorazón han atravesado el bosque de dicho mundo y andan atacando a inocentes de la aldea más cercana.
Por un momento mi corazón había dado un vuelco, en el instante en el que Ronin había mencionado la palabra "castillo". Sin embargo, terminé decepcionado cuando mencionó la aldea. Supuse, entonces, que allí... allí habría gente despierta.
Como siempre, no íbamos a mi mundo.
Una vez más, Lyn decidió intervenir, con un sarcasmo que se desbordaba:
—Oh, si es sólo eso, Ronin.. hoy no tengo nada que hacer, así que sería un gran honor acompañarte a dicha investigación. Fátima, nos vamos con ellos.
—¿Lyn? Se trata de ese lugar, ¿por qué me irías a acomp..?
—¡¡Cállate, he dicho que voy y es que voy!! —reclamó la joven, furiosa. Para mi sorpresa, el pelaje de sus orejas se erizó y le crecieron colmillos, instantáneamente— ¡No me quiero hacer responsable de que cometas una de tus estupideces! ¡Sé perfectamente por qué vas, a mí no me engañas! ¡¡Conozco esa expresión!!
Ante la actitud de la Maestra, no pude hacer nada más que observar en silencio. De alguna manera, me sentía aliviado de no ser el único que había gritado. Con suerte, se olvidarían de mi pequeño incidente y todo terminaría recayendo en Lyn. Pero, por otro lado, no podía evitar sentirme asombrado por aquella actitud.
Tenía que tener cuidado de no volver a estallar. No tenía ganas de verme así.
—Bueno, si insistes... mm... Entonces, Lyn, espérame en los jardines con Fátima y Hana.
>>Xefil, tengo que hablar contigo.
Tragué saliva, un poco asustado. Seguro que ya era hora de que se me diera mi regaño correspondiente. Después de todo, le había gritado a un Maestro.
Por un momento, deseé que Fátima y Hana no se fueran. No obstante, las chicas salieron de la sala, acompañadas con Lyn, y yo me quedé solo, a punto de enfrentar mi destino.
—Maestro, siento mucho lo que-- —sin embargo, tuve que interrumpirme. Parecía que Ronin estaba decidido a olvidar la situación, pues inmediatamente comenzó a hablar de la misión que teníamos pendiente:
—Bien, Xefil, no sé si te habrás dado cuenta, pero estamos hablando de un mundo donde estuvimos nosotros dos una vez.. bajo el mandato de Nanashi. Tuviste que hacer un informe, ¿recuerdas? Y también recordarás que prometí llevarte si no te metías en los asuntos de dicho mundo, ¿verdad?
Por unos breves instantes, las palabras de Ronin no tuvieron mucho sentido. Mentalmente, comencé a descartar posibilidades: Ciudad de Paso, Tierra de Dragones, Espacio Profundo, Bastión Hueco... el otro castillo.
Me sonrojé levemente. No, ése no era. El otro otro castillo.
El castillo donde, se decía, vivía una terrible Bestia.
—¿El castillo del príncipe maldito? —quise confirmar. Y luego de aquella incómoda selección de palabras, añadí—: Ahora que lo pienso, no pregunté su nombre...
—Aparte de eso, me he acordado de algo tras el apodo que no te ha hecho gracia, te pido disculpas de nuevo —aparté la mirada y agaché la cabeza, arrepentido por mi actitud. Y más porque ahora Ronin se excusaba por mi propio malentendido—. Tu compañera Mei y yo te encontramos dormido como un lirón en las mazmorras de aquel castillo. Y mencionaste a una fémina, ¿no?
Asentí con la cabeza, totalmente serio. Aquel episodio, contrario a lo que Ronin podía pensar, no lo había olvidado. Todavía me hacía pensar a veces en qué demonios había ocurrido. Y cómo había sido tan sencillo manipularme de semejante manera.
—Déjame decirte algo. Ese angelito no fue ningún sueño.
Una vez más, asentí con la cabeza, denotando mi entendimiento.
—Diana Thorn. Estaba en Bastión Hueco cuando fui a por vosotros, aquel día... Forma parte de los desaparecidos.. bueno, de los traidores que causaron la caída de Vergel Radiante.
—Diana Thorn... —repetí, intentando hacer memoria. ¿La había visto en Bastión Hueco? No recordaba claramente habérmela encontrado.
No, nunca me la topé. Pero sí hubo un momento en el que pudimos ver a los Aprendices traidores. Estaba el tipo de las cartas, el supuesto Saavedra; la chica del paraguas... ¡ah!
La rubia del vestido blanco. ¿Era ella? ¿Aquella había sido la que me había sonsacado...?
—...información sobre el castillo, por lo que debe estar buscando algo, o sus superiores tramando algo. No lo sé con certeza, pero.. veía apropiado contártelo ahora que viviste en tus carnes lo sucedido ese día. Si bien recuerdas, te engatusó con sus.. encantos. Tiene un extraño poder que hace que el más fuerte de los hombres se derrita y esté a sus órdenes.
Después de ver mi confirmación (un nuevo asentir con la cabeza), Ronin me tomó por los hombros y me miró fijamente, con seriedad.
—Si te la encuentras de nuevo, ten mucho cuidado.
>> Es difícil escapar de su habilidad, pero no imposible.
—Entendido. Haré mi mejor esfuerzo.
Con aquella discusión concluida, Ronin me apremió a seguirle fuera de la sala. Mientras caminábamos a los jardines, el Maestro hizo un apunte que me tomó algo por sorpresa.
—¡Sería una suerte que estuvieses enamorado, jovencito! —rió. Aquello me hizo atragantarme con la saliva, poco después de intentar tragármela por los nervios. El salvaje ataque de tos que me poseyó por unos instantes terminó por delatarme.
Su radiante sonrisa y, luego, la sensación de sus besos cruzaron por mi mente por unos instantes.
Seguí tosiendo y caminando, fingiendo que sólo me había tragado algo de polvo.
Finalmente, llegamos a los jardines. Aunque no llevaban mucho tiempo esperando, parecía que las tres chicas, Aprendizas y Maestra, se hallaban ya preparadas. Ronin pidió que invocáramos los Gliders.
—Maestro, ¿puede mostrarme...? Ya sabe —hice un gesto un tanto incomprensible con la mano—. Todo ese asunto de invocar el Glider sin tener que... lanzar la Llave y tal.
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—
~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
también hay un amor a la humanidad~