por EspeYuna » Jue Ene 02, 2014 2:09 am
—No sé si esto es una buena idea.
Podría haberme repetido ya unas diez veces desde que decidí meterme en la sala de ordenadores de Tierra de Partida. Teniendo en cuenta que no entendía mucho sobre informática y que andaba usando el ordenador sin tener una idea exacta de cómo se programaba una simulación de combate, mis dudas se acrecentaban cada vez más.
Y para tanto. La primera vez que probamos el simulador donde se encontraba el Coloso de combate, nos metimos en un lío espantoso, y bien que íbamos acompañados de Akio. Si no hubiese sido por él o por Kazuki, quizás aquellos enemigos virtuales nos hubiesen hecho puré de datos.
Dejando de lado que era un instrumento bastante útil para nuestros entrenamientos, también lo consideraba un arma de doble filo. Era bastante peligroso entrar si no eras supervisado por un Maestro, o, en su defecto, un compañero. Muchos no se habían atrevido aún a probarlo, o si lo habían hecho, fue sin el consentimiento de los Maestros.
Pero aquella noche, había decidido embarcarme en una aventura.
Bueno, no se me había ocurrido a mí. Tandy me lo propuso, y tal fue el entusiasmo que despertó que no pude decirle que no. Él sería quien estuviese fuera si me sucedía algo para avisar a Kazuki, pero… tenía miedo.
No en sí de los desafíos que me esperaran en el interior de aquel extraño mundo cibernético. Y sabiendo que Tandy había estado aprendiendo a manejar los ordenadores, aburrido muchos días en Tierra de Partida, me tranquilizaba. No, el auténtico problema era otro.
Que me descubrieran.
Me daba igual que supiesen de mi interés por ser machacada por enemigos virtuales, pero, como bien sabía, esos enemigos se manifestaban con el miedo que inundaba nuestros corazones. Nuestras debilidades.
Además de escuchar rumores y advertencias de los maestros de supuestos problemas con los programas informáticos, no podía permitir que Akio descubriera mi secreto. Aquel entrenamiento en Agrabah debía permanecer siempre oculto, al igual que las manos que me sostenían y apoyaban. Ni permitir que Xefil, Light, Kit o Kousen se enteraran. No lo consentirían, me detendrían. O, simplemente, querrían marchar conmigo. Y lo que más me imponía era pensar que ellos acabaran lastimados por mi culpa.
Esta vez, debía ser yo la que pusiera cartas en el asunto. Y rápido. No podía permitirme retrasos. Si aquel simulador de Espacio Paranoico me ayudaba a que mi entrenamiento diera resultados en menos tiempo, que así fuera.
—Nadhia, ya está casi listo, kupó —susurró Tandy, mostrándome una gran masa de datos de color verde asomando en la pantalla de la sala, a oscuras—. He creado una zona de combate, tan, tan. Así, cuando mañana alguien intente entrar, no sabrán que has estado aquí. Se borrarán los datos, y yo los volveré a crear las noches que sean necesarias, tan.
—No sé, Tandy…
—¿Qué ocurre, Nadhia, kupó? —preguntó Tandy, preocupado.
—Me siento como una delincuente —confesé, sonriendo amargamente—. En realidad, seguramente descubran que he estado aquí. Y como decía Chris, las paredes tienen ojos. No me extrañaría incluso que algún Maestro ya supiera de mis escapaditas a Agrabah.
>> Y bueno, no sé si fiarme de estos programas. Hay rumores de que hubo problemas con un correo fantasma, o... un virus desconocido. Tuvieron que intervenir Ronin y Kazuki. Parece que la cosa estuvo muy fea. No fue como conmigo, Fyk y Maya. Fue algo más gordo.
Tandy se posó delante de mí, volando con sus alas de murciélago. Puso una pícara sonrisa.
—Je, te estás echando atrás —soltó, intentando provocarme—. Miedica, tan, tan.
Y lo consiguió.
—Bueno, ya a estas alturas debería cogerme mala fama por ser aprendiz del Rey de las Travesuras, ¿no crees? —le dije, recostando mi espalda sobre la silla y girando un poco con ella— Supongo que ya no puedo echarme atrás. Has creado el programa. ¡Oh, mierda!
Me levanté de pronto, y tal fue mi error que la silla cayó contra el suelo, provocando un espantoso ruido. La coloqué cuidadosamente, y decidí entonces asomarme al pasillo que se encontraba oscuro a esas horas. Suspiré aliviada al ver, después de unos minutos angustiosos, que nadie se había percatado de nuestra presencia en la Sala de Ordenadores.
—¿Nadhia, kupó? ¿Por qué te has…? —preguntó Tandy, quien también se había dado un susto de muerte aunque intentara disimularlo.
—Se me ha olvidado coger mi arco y las flechas —admití, avergonzada—. Quería comprobar si se digitalizaban para el combate o tendría que recurrir solamente a la Llave-Espada. Además…
Mi rostro tornó serio.
—Quiero que esta simulación sea lo más real posible.
Tandy suspiró y, de repente, me empujó hacia la salida.
—Voy contigo, kupó —dijo, y antes de que fuera a replicar, él me hizo callar con una gran verdad—. Conociéndote, eres capaz de tropezar con tus propios pies. Mi pompón ayudará a iluminar el camino.
—¿N-No deberíamos apagar el ordenador? —pregunté, echándole un último vistazo antes de adentrarnos en la oscuridad de los pasillos.
—Tranquila, no tardaremos nada en recoger tu arco y tus flechas, kupó —me dijo, sonando bastante coherente a mis oídos—. Además, ¿crees que alguien va a estar despierto a estas horas de la mañana, tan, tan?
Sonriéndole, giré una esquina dejando atrás la Sala de Ordenadores, confiando en las palabras de Tandy.
Pero me arrepentiría al poco tiempo.
¿Cuándo confiar en Tandy había sido la mejor opción?
¡Soy enfermera~!
Nurses are Angels on Earth
Mi blog + DeCulture
KHWorld Awards 2014KHWorld Awards 2013KHWorld Awards 2012