ExuyLas pinturas que Exuy decidió atender eran hermosas. El estilo artístico seguida en estas era muy difícil de encontrar en Tierra de Partida, pues era característico de aquellas alejadas tierras: frescos delicados, con trazos muy cuidados pese a parecer bruscos y fuertes.
Eran cinco los dibujos que conformaban lo que intentaban representar en el templo. A la derecha del muchacho estaban los dos primeros, y a la izquierda los dos siguientes; en el centro descansaba el final de la historia, con el mural más grande y precioso de todos, donde había muerto uno de los monjes por los que el muchacho había rezado.
Y debajo de cada dibujo venía la historia que pretendían contar. Se trataba claramente de una leyenda, una parte del mito de los habitantes de aquel mundo. Al no poder encontrar ninguna clase de informes ni diarios en aquel piso que le ayudase a descubrir lo que pasaba allí, tomó una de las velas para poder entender qué ponía allí. Quizás pareciese sin importancia, pero si uno de los cadáveres había arrastrado su cuerpo hacia los murales quizás quería dar una pista sobre su asesino.
El primer dibujo mostraba un hermoso y gigantesco palacio que se erigía sobre una ciudad, la cual se dividía en dos partes; la izquierda, con casas hermosas y de color rojo, y la derecha, con edificios grises oscuros y tristes. Encima de todos elementos estaba la noche, con sus cientos de estrellas y una preciosa luna con forma de corazón. La inscripción de debajo no estaba precisamente intacta. Había palabras que habían sido erosionadas, y aparentemente, se había hecho a propósito con fuerza bruta; pero quien fuera no lo había hecho recientemente. Pudo haber sido meses, años incluso; era poco probable que se tratara del asesino.
I. Hace mucho, mucho tiempo, China era el m---óspero de todos.
Sus avaces médicos, su economía sin igual, la hacía única.
La diferencia entre hunos y chinos era casi inexistente, todos gobernados por una persona.
Sólo los hunos, violentos señores de la guerra, rechazaban el mandato del Emperador.
Salve el Emperador, salve China.El segundo dibujo era menos bonito. Mostraba una figura, aparentemente demoníaca, sentada prepotentemente en lo que parecía ser un trono mientras la oscuridad se lo tragaba. A su alrededor había decenas de ojos amarillos, y en el suelo, un charco rojo de lo que sin duda debía ser sangre; y era difícil verlo, pero sobre la figura descansaba una palabra escrita en gris,
Novedad, justo encima de otra que había sido parcialmente borrada,
Jasp--.
II. Pero el mal llegó a China, convocado por los corazones oscuros de los hunos.
El Señor Oscuro llegó y reclamó como suya estas tierras, amenazando con la matanza de miles de inocentes. No escucharon.
Las manos del Señor Oscuro ya estaban manchadas. Él era el mal, él era la ciencia.
Estrellas murieron por él, y sus gritos seguían escuchándose en el cielo.
Maldita sea la ciencia oscura.El tercer dibujo mostraba de nuevo a la misma figura demoníaca, acompañado de las mismas sombras que anteriormente. Estaba en una cueva y se hallaba sorprendido al ver un corazón brillante y de tamaño considerable. Las manos del hombre parecían llevar algo, pero al igual que en los otros dos frescos, alguien había eliminado del dibujo aquel elemento. Y más partes habían sido borradas de la inscripción:
III. El Señor Oscuro buscaba el mayor tesoro de China, el mayor tesoro de todos.
Engañó a los hunos para descubrir dónde se hallaba para así dominarlo.
Pretendía llevárselo lejos, hasta un Rei---ad.
China sin su Emperador estaba perdida, la culpa fue de los hunos.
Muerte y caos para China.El cuarto dibujo seguía mostrando la estética oscura, pero por fin un elemento lumínico entraba en juego en ella: la figura de un hombre vestido de rojo, con el pelo negro recogido en un moño y una larga capa. Se hallaba en lo alto de una montaña, enfrentándose a la figura demoníaca con dos dragones detrás de él apoyándole en combate. El demonio parecía estar a punto de caer del acantilado, sin ninguna oportunidad de sobrevivir a aquel enfrentamiento.
IV. Y en la noche más oscura, el mayor héroe de todos surgió.
El Emperador llamó a alguien en su ayuda, y el mejor de los chinos acudió.
Con su la fuerza milenaria de los dioses de Kin---izo frente al Señor Oscuro.
Los dragones le apoyaron, los ancestros le alabaron. Él era el héroe, él era el poderoso.
Salve sea Xiang, héroe de todos.Y finalmente, el gigantesco dibujo central. Pese a las destrucciones que habían sufrido los anteriores retratos, aquel se conservaba inusualmente bien, aunque no desde luego de forma fácil: estaba claro que había sufrido mucho. Claramente había sido destruido en múltiples ocasiones, pero aquello no quitaba que la iconografía hubiese sido redibujada varias veces. En el fresco, el gran héroe Xiang levantaba su puño hacia el cielo aclamado por cientos de personas, y el sol volvía a surgir en lo más alto para otorgar la luz perdida al reino chino. Lo más característico del dibujo era, sin duda alguna, que el aclamado héroe levantaba en su mano no un arma cualquiera: era, clarísimamente, una Llave Espada. Era el elemento que más había sufrido, borrado varias veces a la fuerza, pero tal era el amor a aquella leyenda que alguien había vuelto a dibujarla con tal detalle y cariño que no parecía propio de aquel mundo:
Y así rezaba su inscripción:
V. Y así, la amenaza terminó.
El héroe de todos habló con su maestra, y una nueva Emperatriz comenzó a gobernar en la gran China.
El tesoro del reino volvió a quedar oculto, fuera del alcance de la ciencia oscura.
Los días de esplendor y gloria del Emperador dieron paso a los días de Kamra, la ---.
Salve la Emperatriz. Salve China.
Salve el gran Xiang, héroe de todos.No había nada más, a excepción de un pequeño detalle que era muy difícil de ver con tal poca iluminación. En el sol había algo mal dibujado en rojo, con la propia sangre del monje que se había escurrido en el mural: una cerradura. Qué podía significar era difícil de decir, pero quizás fuese una pista para Exuy. Aunque igual muy difícil de descifrar. Podía intentar averiguarlo o volver con Rebecca, dependía de él.
* * *
Kousen, Hikaru y MoguDerHao aceptó el dinero de Hikaru y lo contó en la palma de la mano con la mirada. Cerró su puño al ver que estaba la cantidad de dinero exigida y se alejó a paso lento, dirigiéndose de nuevo hacia la barra. Así Hikaru perdió la dolorosa cantidad de 9000 platines, aunque al menos habría disfrutado del sushi. El cual, por cierto, había estado delicioso; el restaurante podía ser un poco decadente en cuanto a decoración, pero en cuanto a la calidad de la comida era más que respetable.
—
Volved pronto.Los aprendices mostraron la intención de levantarse de sus asientos y abandonar el recinto, pero la risa animada de un hombre les detuvo. El caballero sentado frente a la barra tomó su jarra de hidromiel mientras sus carcajadas resonaban en las paredes y acercó su silla hasta la mesa de los chicos. Dejó caer con brusqueza su bebida y esta salpicó los platos ya vacíos de los aprendices, mientras el hombre ocupaba su asiento y seguía riéndose. No se estaba mofando de ellos, desde luego; parecía más un amigo de toda la vida que otra cosa.
—
¡Ese tipo os la ha dado con queso! —señaló el desconocido, dando otro trago a su jarra—
. ¡Pobres! La verdad es que yo me habría largado nada más entrar aquí, tiene una pinta de pirata que no se sostiene. ¿Es que os fiaríais de un pirata? ¡Ja!El hombre dirigió la mirada hacia Hikaru y se acercó ligeramente hacia Hikaru, inspeccionándole de arriba abajo. Ahora que le podían ver de frente, podían asegurar que no era chino; más bien parecía un japonés en tierras extrañas, pues la primera palabra que les podía venir a la mente al verle era
samurái. Quitando su enorme tamaño, vestía de rojo y una pesadísima armadura protegía su cuerpo, mientras que una larga capa granate ocultaba gran parte de su cuerpo, de la cual salía su musculoso brazo izquierdo para beber de la jarra. La parte delantera de la capa y su capucha ocultaban su rostro en gran medida, pero podían ver que llevaba pintura de guerra en él, marcándole como un guerrero.
—
No he podido evitar oír lo que os han cobrado. Es decir, ¡wow! ¿Nueve mil platines? ¡Yo hubiese peleado hasta la muerte por hacer que pagara vuestro amigo!De nuevo el desconocido echó a reír y golpeó amistosamente a Hikaru, aunque el golpe fue bastante doloroso dentro de lo que cabía para haberlo hecho con cariño; estaba claro que no estaba falto de fuerzas. Ya le saldría un moratón más adelante.
—
¡Oye, tengo un trato para vosotros! Veréis, he viajado a esta región buscando un arma legendaria muy poderosa, y un par de manos extra no me vendrían mal. Tengo un amigo, un compañero de batalla, pero imagino que se ha adelantado montaña arriba. ¡No hay quien le controle!El hombre se llevó la mano a la espalda y tiró una pequeña bolsita mal cerrada, de la cual cayeron un par de platines. Esta, al contrario que la de Ronin, sí que parecía tener dinero auténtico y no piedras baratas e inútiles.
—
Oh, claro, no os lo pido gratis. ¡Aquí hay 15.000 platines! Con esto podréis pagar la comida y llevaros un pellizco también. ¿Qué me decís? Os pago la mitad ahora y la otra mitad cuando termine la misión.* * *
HiroEl gitano se incorporó cuando Hiro aceptó a que le fuese leído su futuro, sentándose en un lado del colchón mienttras tomaba sus cartas y las seguía barajando. Animó a Hiro a que se sentara frente a él, en la misma cama, y no dio comienzo hasta que lo hubiese hecho. El muchacho preguntó algo acerca de unas armas, pero se veía que a Andrei aquello no le importaba un pimiento: todo lo que existía en el cuarto para él, en aquel momento, era el futuro del híbrido canino.
—
Dame tus manos.Andrei tomó las dos manos de Hiro y las acarició con suavidad, observándole las palmas y afirmando para sí mismo en silencio durante los primeros segundos. Le soltó la mano derecha y llevó sus dedos a las líneas de Hiro, acariciándolas lentamente.
—
Vaya... Has sufrido últimamente, ¿eh? Y tu línea de la vida es inusualmente corta... Aunque tu línea del destino es... Interesante...El gitano soltó la mano de Hiro con cuidado y colocó su palma sobre su amada baraja de tarot. Tomó la primera carta y la colocó entre los dos: se trataba de la Justicia en posición invertida, lo cual pareció llamar la atención de Andrei. Sonrió ligeramente y suspiró, encogiéndose de hombros y sintiendo lástima por el pobre Hiro.
—
Veo una gran falta de seguridad en ti mismo, Hiro. ¿Acaso algo ha fallado últimamente? ¿Un gran fracaso, quizás? Sí, las cartas no mienten. No es justo, pero has fallado en algo. Y eso parece que marca tu pasado.La segunda carta que sacó fue la estrella, colocada en posición normal. Andrei se llevó la mano a los labios y abrió ligeramente la boca, impresionado por aquel resultado.
—
¿Y esto? Una ayuda inesperada viene en camino. ¿Ayuda para qué? ¿Es que estás en alguna clase de misión, Hiro?Andrei sacó la carta final y la colocó frente a Hiro, tapándola durante unos instantes con la mano. La apartó y mostró el que sería el futuro del aprendiz de la Llave Espada: el Juicio. Su posición invertida señalaba un resultado negativo, algo que pareció maravillar a Andrei, que abrió los ojos como platos y sonrió descaradamente. Tomó la carta y la giró entre sus dedos, jugando con ella.
—
Oh, Hiro, mi probre e indefenso Hiro. Lamento tanto lo que te va a suceder. Quizás lo mejor hubiese sido que no te acercaras a este mundo, pero... Tu destino está marcado. Ya no puedes escapar de él.El muchacho de Bastión Hueco lanzó la carta contra Hiro, esperando que la capturara en el aire; lo hiciese o no, volvió a tumbarse en la cama y la ocupó en su totalidad, sin dejar más espacio para el aprendiz. Se llevó las dos manos a la nuca y se tumbó hacia un lado, ignorando la presencia de su compañero.
—
No des un portazo al salir, ¿quieres?No parecía muy dispuesto a contarle exactamente el resultado de la carta. Y sin embargo, a través de la ventana Hiro pudo ver cómo alguien con un traje rojo pasaba por delante de la casa, dirigiéndose directo hacia el campamento: Ronin. Tenía dos opciones, quedarse con el gitano en la misma cama que él o seguir al amable Maestro.
* * *
Fátima—
¿Contigo? No, lo dudo mucho. Más bien parecía molesto por mi presencia. Ping no entendió la respuesta de Fátima a la pregunta que el soldado había formulado, y pareció confusa los primeros segundos mientras su compañera se reía y esbozaba una sonrisa tonta. Ladeó ligeramente la cabeza, confusa, y pensó en lo que le decía,
—
No te sigo... —Ping abrió los ojos como platos y finalmente cayó en la cuenta, contestando a su amiga con un puñetazo no muy fuerte en el hombro mientras sus mejillas se enrojecían ligeramente—
. ¡¡Cállate!!—
Bueno, tú sabrás cuándo hay que ir a la tienda del capitán. Entre tanto, cuéntame todo lo que sepas de ese Maestro. ¿De dónde sale este hombre? ¿Cómo sabe tanto de los hunos?—
Bueno, veamos... —Mulan dejó de sonreír tontamente y olvidó las insinuaciones acerca de su superior, poniéndose seria nuevamente y pensando en el hombre que tantas pesadillas le estaba provocando—
. Tiene una casita cerca de la salida del poblado y es viajero. En sus largos recorridos dice haber tratado con los hunos, que le tomaron como prisionero de guerra según dice. Tiene espías colocados entre sus filas y hasta el momento no nos ha fallado nunca: nos ha otorgado importantes victorias. El ejército se ha relajado mucho desde que llegamos...—
¿Tienes alguna idea de porqué estaría hurgando en tus cosas? ¿Crees que será porque eres tan cercano al capitán…?—
O quizás sea por mi padre... —Ping desvió la mirada y se llevó la mano al brazo, guardando silencio durante unos segundos mientras pensaba qué contestar a Fátima. Claramente no había vuelto a tener contacto con su familia tras su huida de casa—
. No puedo estar segura. No tengo razones para sospechar en el Maestro. Pero... ¿Espiarme...? No sé qué pensar, Daliao.—
Y… Has dicho que lo reconociste… ¿Cómo era físicamente? Si lo ves por el campamento, señálalo, ¿de acuerdo?—
Era... Un poco guapo, la verdad... —la cara del soldado se enrojeció y se llevó una mano al cuello, sonriendo tontamente al recordar al Maestro—
, p-pero no sé decirte más. Podemos ir ahora a su casa, si quieres; aunque preferiría no acercarme allí si sabe mi secreto.Fátima se vio con libertad de repente. De no poder salir del campamento se dio cuenta de que, una vez terminada la reunión sobre la estrategia a seguir, podía trasladarse adonde quisiera dentro y fuera del poblado, siempre que volviese con el capitán Shang cuando llegara la hora. Sería acompañada por Mulan en todo momento, por lo que sus opciones se abrían de forma múltiple: podía ir a casa del Maestro, al comercio, al restaurante a ver cómo Ronin y los demás estaban...
Fecha límite: lunes, 10 de febrero de 2014.