—Yo era aprendiz de la Llave Espada, y aun teniendo aptitudes para ser maestro, me vi obligado a dejar la Orden. Ágatha era mi compañera, junto con... — El hombre enmudeció de repente. Parecía que no quería hablar de ese tercer compañero. — Hace mucho que no sé nada de la Orden, otros asuntos me han tenido ocupado. Nosotros tres habíamos decidido tomar esto por nuestra cuenta, sin involucrar a Tierra de Partida. Pero teniendo esta ocasión... no la queremos desaprovechar.
—Por eso dije que no era buena idea hablarle de esto.
Claramente, necesitaban mi ayuda, pero no la querían y lo hacían a regañadientes. Aquella situación me ponía bastante nervioso.
—En cualquier caso, debes comprometerte, la seguridad de todos depende de tu decisión. Si te ves incapaz de mantener este secreto... — Sabía guardar secretos, pero oír una amenaza por parte de aquel hombre me ponía los pelos de punta— Un peligro amenaza el Reino de la Luz, uno invisible. Me gustaría pedirte a ti, aprendiz de la Llave Espada, que nos ayudes en la tarea de enfrentarlo. Puede ser egoísta, pero la seguridad de todos depende de nuestras decisiones.
¿Cuál era el objetivo de los portadores? Mantener el equilibrio y salvaguardar el Intersticio y sus mundos. Aunque era un completo desconocido para ellos, me estaban pidiendo ayuda... Y nunca me había podido negar a ayudar.
─ Os ayudaré, y no comentaré esto a nadie. Pero si me pudierais dar más información sería más útil.─ Dije, decidido. No sabía en qué lío me estaba metiendo, pero no podía rehusarme.
Saeko, con esperanzas de usar al misterioso chico como cebo, se acercó al centro de la plaza, esquivando por el cambio de dirección a los tres Soldados Voladores, debido a que ya no estaba en sus respectivas trayectorias.
—¿No sabes lo que te sucederá si te acorralan? —Le preguntó al chico, tras invocar su llave espada. El chico miró con el rabillo del ojo el arma de Saeko, tras lo que soltó un gruñido.
─ Lárgate, portadora.─ Le ordenó.─No necesito tu ayuda.
El Soldado Volador que Saeko golpeó se volatilizó en el aire, dejando escapar un rosado corazón: Parecía que ya estaba muy debilitado desde el principio. Los Soldados volvieron a levantarse, apuntando a Saeko con la mirada, a pesar de que era el chico albino el que había empezado la pelea. Los soldados voladores descendieron en picado a por el guerrero de la espada, preparando una patada voladora.
─ Aparta.─ Fue lo único que dijo, mientras empujaba a la chica para que no la hiriesen. Poco antes de que las patadas llegaran hasta el chico, este las esquivó grácilmente, para luego dar un rápido tajo horizontal que hirió a ambos sincorazón, desapareciendo en otros dos corazones plateados.
El Soldado más cercano a Saeko realizó una patada giratoria. Tenía poco tiempo para esquivarlo.