—Tienes que estar de broma. ¿Amigo mío? —Malik rodó los ojos. Pues claro que estaba de broma—. Es Hein, un tipo que intenta matar a la Reina de Corazones
—Y usurpar su trono, por lo que veo… —le asestó un golpe al sincorazón contra el que batallaba, sin pararse ni un momento.
Aún no había logrado destruir ninguno tan rápido como antes, pero al menos conseguía rechazar cada ataque giratorio que ejecutaban. Estaba enfrentándose a dos a la vez, y no cesaban de atacar. No le daban respiro. Malik terminó casi con la espalda contra la columna, al mismo tiempo que ambos sincorazones se abalanzaban hacia él. Tragó saliva, apartándose en el momento justo. El sincorazón que iba por delante se hincó de garras en la columna, en tanto que el segundo logró virar con un bamboleo y de un zarpazo le desgarró el brazo izquierdo.
No pudo evitar soltar un pequeño grito de dolor. La sangre se deslizó antebrazo abajo y manchó el suelo. Pero eso sólo consiguió que se enfadara. Levantó la Llave-Espada y le asestó un espadazo furioso. El sincorazóm se deshizo y su corazón ascendió, como los demás.
Exhalaba entrecortado, un poco cansado de los dos combates tan seguidos. Quedaba un sincorazón, que correteó lejos de él, para acercarse más a ese esqueleto, su jefe.
—Estás acabado, Hein. Ríndete y no te haré daño.
Malik se colocó junto a Alexander, apretando con la mano derecha la herida, notando la sangre caliente. No era muy profunda, pero dolía de forma asquerosa. Fulminó a Hein con la mirada, irritado.
Hein se llevó los huesudos dedos al mentón y tamborileó con ellos sobre él. De haber tenido labios, habría sonreído, pero ya lo hacía.
De modo que sólo rió e hizo una extraña reverencia.
—Me rendiré cuando me pilléis, plebeyos.
Entonces echó a correr, cruzando la entrada al Bosque de Lotos. El Soldado que quedaba se desvaneció en oscuridad a su vez, dejando solos a Malik y Alexander. Apretó más los dedos sobre la herida, la sangre ya coagulaba…
Si era sincero, le perseguiría sólo por darle una lección, pero ya que se había ido, igual era buena oportunidad para irse. No había recalado allí para pelear contra sincorazon, aunque… realmente es era su cometido, mantener el equilibrio. Y cuantos menos sincorazon por allí, mejor. Si ese esqueleto podía controlarlos, era mucha mejor idea patearle el culo y desparramar sus huesos por ahí.
—¿Alguna idea? —preguntó, antes de pensar en lanzarse en persecución sin más.