Debido a la ausencia de Narra en calidad de Game Master durante un par de semanas, me ha pedido que le sustituya en unas cuantas rondas. Yo gustosamente y tras recibir un cheque de un millón de platines he accedido y, bueno, espero estar a la altura de vuestras expectativas =^)
Hikaru, Kousen y MoguderNinguno de los presentes decidió atacar a la mascota de Gilgamesh, alias Daisuke. Por mucho que fuera un sincorazón, los aprendices mantuvieron la cabeza fría y se controlaron a la hora de invocar su Llave-Espada.
Aquella situación era diferente. Y bastante incómoda, de hecho.
—
¡Para, Enkidu! —decía Gilgamesh entre risotadas, por mucho que el sabueso le dejara la mano ensangrentada con los mordiscos que le había propinado el sincorazón. Lo dejó en el suelo y la criatura perruna comenzó a olisquear los pies de Hikaru y Kousen. Aunque parecía que, de momento y si no invocaban la Llave-Espada, no habría peligro. Bueno, puede que decir eso no fuera del todo cierto: a Gilgamesh lo había dejado ya con heridas, pero su comportamiento era el de un completo demente—
¡Ay, qué pillín es! ¡Bueno, en marcha todos! Nos espera una larga caminata.Y así fue. Pudo pasar una hora desde que los aprendices y Moguder decidieron seguirle el juego al hombre de más de dos brazos y a su querida improvisación de mascota. Estuvieron caminando durante bastante tiempo, con unas cuestas bastante empinadas en las que tanto Hikaru y Kousen tuvieron que ayudarse mutuamente para no caer en algunas zonas un tanto peligrosas. La nieve no era un punto a su favor, sino todo lo contrario.
Al cabo de un rato, Gilgamesh se adelantó corriendo y siendo seguido por el sincorazón, el cual, en cuanto el dueño se detuvo, decidió atacar de nuevo su pierna y hacerla trizas con las fauces de can que poseía.
Cuando lo alcanzaron, los aprendices y Moguder divisaron una enorme boca oscura en medio de la nieve: una caverna que se presentaba ante ellos para ser explorada. Gilgamesh parecía bastante emocionado, por lo que hizo una seña a los muchachos que le acompañaban y se adentró el primero.
El sincorazón, sin embargo, se quedó un momento sentado en el sitio, observando fijamente a los compañeros de viaje de su amo. De pronto emitió un gruñido entre sus fauces y, sin previo aviso, saltó hacia Kousen para hincarle el diente a su pierna izquierda. El can podría haber seguido devorando el miembro del aprendiz si no fuera porque Gilgamesh lo llamó desde el interior de la cueva, por lo que se apartó del muchacho y salió corriendo a su llamada.
Dentro de la cueva no sabría decirse si hacía más frío que fuera, o quizá menos. Eso sí, no se veía un pimiento. Estaba claro que se llevarían unos cuantos tropezones cuanto más se adentraban en la caverna. Sin embargo, al cabo de un rato lograron llegar a una abertura de la misma con un agujero de entre las rocas del techo que dejaba entrar algo de luz. Frente a ellos había dos bifurcaciones.
—
¡Ya iba siendo hora de separarnos! ¿Qué sería de una búsqueda sin enfrentarse a laberintos o trampas? —Gilgamesh se adelantó a la de la derecha, seguido por el sincorazón—
¡Ah! ¡Pero necesito que uno de vosotros dos me acompañe! ¡No pienso ir solo adentrándome en este sitio tan poco seguro! ¡Todavía me duele la piedra que me ha caído del techo hace unos minutos!¿Se quejaba de aquello y no de los mordiscos del sincorazón que había adoptado? Ver para creer.
—
¡Y el otro irá con Enkidu, por supuesto! ¡Así me quedaré tranquilo y sabré que no me estáis intentando engañar, que últimamente cualquiera se fía de la gente, vaya que sí! —exclamó, aparentemente feliz—
¡Lo sé, lo sé! ¡Los dos estáis deseando ir con él, si es que se deja querer! ¡Pero prometo que conmigo también os divertiréis, lo juro!No les quedaba otra que llegar a un acuerdo y ver qué camino tomaba cada uno.
HiroEl general escuchó las palabras del aprendiz, frunciendo el ceño y más con la arrogancia del joven al guardarse las dos piezas que utilizaban en el campamento para planear sus movimientos. Quizás Hiro sólo quería hacerle ver al general Li que podían confiar en ellos y que sólo pretendían ayudarle a él y a su ejército frente a una posible amenaza.
Sin embargo, los modos no fueron lo correcto. Y puede que la historia tampoco:
—
Fuera de mi tienda.—
Li, escúchame... —
¡No, Ronin! —el general golpeó con su enorme puño el suelo, provocando que las piezas restantes del tablero se movieran de su sitio y algunas cayeran tumbadas—
Ya he tenido suficiente. No voy a perder más el tiempo con vosotros.»
Y si os negáis, llamaré a mis soldados. Tú eliges.Ronin observó a Hiro y se cruzó de brazos, pensativo. Finalmente, suspiró con resignación y se levantó del sitio, haciéndole una seña a su aprendiz para que le siguiera y abandonaran juntos la tienda.
Cuando estuvieron fuera del campamento, Ronin le sacudió la cabeza al muchacho con una de sus enormes manos.
—
Una buena historia —confesó el maestro—,
pero no deberías haberte guardado esas figuras. Y has parecido algo arrogante, ¿sabes? Hay que tener unas formas delante de gente como el general. »
Pero sé que ibas con buenas intenciones. Anda, ¡te invito al Buda Feliz! ¡Pago yo! ¡Eh! ¡No me mires así! Que el maestro Ronin cumpliera la promesa de pagar ya era algo poco creíble a oídos de los aprendices. Y Hiro no sería la excepción. Al cabo de un rato llegaron al local y se sentaron para degustar un bol de fideos cada uno, bajo la mirada amenazante de Hao al ver llegar a aquel sinvergüenza. El propietario no lo dejaría escapar esta vez sin haber pagado todo lo que le debía. Cuando el maestro terminó —en apenas unos minutos—, inició conversación con su aprendiz:
—
¿Qué te parece la situación de los hunos en este momento? ¿Y la del ejército? »
¿Qué crees tú que está sucediendo? Escuchando atentamente al muchacho, le haría otra pregunta al acabar con la comida:
—
Y dime, ¿algo interesante que contar? ¿Has descubierto algo dentro del campamento?ExuyAnte la pregunta sobre si ambos eran pareja, Eileen y el joven Ronin se miraron y una risa salió de sus labios. Y, finalmente, dijeron al unísono:
—
Ni de broma.Aunque, cómo no, Ronin tenía que volver a incordiar a Eileen confesando que ella ya tenía a su amorcín esperándole en casa. La joven amenazó con propinarle otro codazo en el estómago, si no fuera porque los dos vieron que Exuy intentaba irse. El muchacho se apresuró en bloquearle el paso, apoyándose sobre la puerta que daba a la salida de la cabaña.
—
¿A dónde te crees que vas? —le cuestionó seriamente—
Te comportas de una forma muy extraña, ¿sabes?—
Ronin, no seas rudo —le riñó Eileen. El joven suspiró y se llevó las manos por detrás de la cabeza. Dijo algo entre dientes: "Mira quien fue a hablar", pero sólo lo consiguió escuchar Exuy—.
Perdónale, es normal que te pongas nervioso y te hayas asustado. ¿Es tu primera misión fuera de Tierra de Partida?—
¿Y nos mandan a un novato? —inquirió Ronin con mal humor.
—
¿Quieres comerte mis nudillos, Ronin?La muchacha parecía más comprensiva y le había dado a Exuy la coartada perfecta. Podría hacerse pasar por un aprendiz inexperto ante su primer contacto con un mundo ajeno y una primera misión seria.
De pronto, la puerta de la cabaña se abrió de par en par, dejando entrar parte de la nieve que caía fuera de ésta y el frío de las montañas. Tras ella aparecieron dos jóvenes, y tanto Ronin como Eileen los saludaron. Una visita esperada, por tanto.
—
¿Quién es este? —preguntó el primero, extrañado.
—
Tranquilo, Li —dijo Eileen—.
Es un amigo. Se llama...Ronin se llevó una mano a la frente con la metedura de pata de su amiga. Cierto, no sabían cómo se llamaba el aprendiz que, supuestamente, había enviado Rayim. Éste pudo decir o no su nombre en aquel momento, pero el joven que acompañaba al rejuvenecido general Li enarcó una ceja, pero de inmediato dejó escapar la tensión con una sonrisa:
—
¿Aliado vuestro y no sabéis su nombre? —preguntó con tono bromista—
Por qué será que no me sorprende.—
Ya te vale, Zhou —dijo Ronin, dándole un codazo amistoso al joven Fa Zhou.
—
Bueno, vamos a dejar de perder el tiempo —puso orden Li, sentándose cerca del fuego y calentándose las manos—.
Al grano, ¿qué habéis descubierto?Ronin y Eileen se miraron y tomaron asiento en torno al fuego, seguidos de Zhou e invitando a que Exuy también lo hiciera. La joven le colocó amablemente al aprendiz una manta a su espalda mientras le ofrecía de nuevo el bol de sopa.
—
Se encuentra ahí dentro. No hay duda.—
Entonces el ataque... —
Esta misma noche —inquirió Ronin con una sonrisa de medio lado.
—
Relájate, Ronin —dijo Zhou—.
Si es cierto lo que nos habéis contado, hay que ir con pies de plomo. No es como enfrentarnos a los hunos. »
Aunque sigo sin poder creerlo. Que una bruja de hielo se alíe al enemigo, ¿qué le llevará a hacerlo? —
No lo sabemos —intervino Eileen, girándose a Exuy—.
¿Qué es lo que opina la Orden sobre esto?—
Cierto. Si te ha mandado Rayim, será para darnos una respuesta —dijo Ronin, observando fijamente al aprendiz—.
¿Entonces qué? ¿La capturamos? ¿O acabamos con ella directamente?Cierto, Exuy pertenecía a la Orden.
A la de un futuro lo bastante lejano como para que Exuy no tuviera ni idea de qué hicieron con la bruja de hielo.
Fátima—
¡Aléjate de mí! Fátima logró quitarse de encima a Andrei, aunque estaba claro que se había dejado empujar sólo por pura diversión. Una cínica sonrisa asomó por sus labios y no tardó en alcanzarla y agarrarla de la muñeca sin apenas esfuerzo, antes de que llegara a la salida. Esquivó sin problemas la patada que había planeado Fátima y la hizo girar sobre sí misma como si fuera una muñeca de trapo, aferrando la espalda de la joven contra él.
—
¿A dónde crees que vas, patito? —el Maestro sopló en la oreja de la muchacha tras susurrarle aquella pregunta, sin dejar de sonreír—
Si acabamos de empezar. La aprendiz no podría luchar contra el agarre de Andrei y tropezaría con una zancadilla que el mismo maestro de Bastión Hueco había planeado en el momento justo. La hizo girar de nuevo y la empujó para hacerla caer sobre la cama de la tienda. Fátima no podría ni hacer un intento de levantarse, pues éste se colocó encima suya con rapidez y con una sola mano la agarró de ambas muñecas, atrapándola.
Con la otra, cogió el rostro empañado en lágrimas de Fátima e hizo que le mirara, mostrando una malévola sonrisa con la que la muchacha tuvo bastante claro las intenciones de Andrei.
—
¿Quizás es que nunca te ha tocado ningún hombre? —preguntó entonces, relamiéndose los labios y acercando su rostro al cuello de la muchacha, provocándole escalofríos con su aliento—
Entonces eso significa que seré el primero en ver lo que hay debajo, ¿no?»
Vamos a divertirnos un rato.Aunque hubiese gritos y súplicas por parte de Fátima, el cruel maestro no haría caso y comenzaría a despojarla de las ropas de arriba, amenazándola con que, si llamaba la atención de esa manera, Mulán acabaría por pagar las consecuencias. Pudo haber mordiscos, patadas, puñetazos, pero la aprendiz no se salvaría.
Finalmente, Andrei consiguió quitarle a Fátima la parte de arriba del uniforme. Sólo quedaba una camiseta interior por la que Andrei hizo caminar sus finos dedos.
Cuando de pronto, el maestro torció el gesto de su rostro, extrañado por algo. Pasó su mano por el pecho de Fátima y observó a la muchacha con asombro e incredulidad.
—
¿No será...? ¿Lo es? —cuestionó, esbozando de nuevo una sonrisa.
Sin esperar una respuesta y ante la incertidumbre, Andrei le apartó la última prenda de ropa a Fátima, dejándola completamente desnuda boca arriba.
Confirmando sus sospechas, Andrei se apartó y una desagradable carcajada salió de su boca, llevándose una mano a la frente. Cuando hubo terminado al cabo de unos segundos, volvió a agacharse a la joven para tenerla a pocos centímetros de su rostro.
—
Eres toda una caja de sorpresas, Láforet.Comenzó a jugar de nuevo con su cabello y bajar a su fino cuello.
—
Dime, ¿qué pretendías haciéndote pasar por hombre?»
Oh, espera. Así dicho no tiene mucho sentido, ¿verdad?Y entonces, Andrei se detuvo en el pecho de Fátima.
—
¿Qué pretendías haciéndote pasar por mujer, patito?Fecha límite: Domingo, 9 de Marzo