El plan no terminó de salir tan bien como esperaba. Conseguí caer en la cabeza del encapuchado y arañarle cuanto pude, igual que la otra
Sombra, que se dedicó a atacar los brazos. Entre los dos liberamos a Diana (quien, por cierto, había sido atacada por el otro rubio cuando intentaba ayudarla), pero lo que pasó después fue una pifiada.
En cuanto mi compañera de bando se liberó, intenté saltar hacia el suelo y fundirme en él para escapar de cualquier nuevo ataque. Pero la cabeza se hundió demasiado rápido en el pozo de oscuridad y, en un visto y no visto, fui arrastrado hacia dentro.
La oscuridad me había tragado. Otra vez.
* * *—
Esto me suena...Abrí los ojos poco a poco, con una sensación extraña por todo el cuerpo. Volvía a estar rodeado por una oscuridad infinita, sin rastro alguno de ningún tipo de luz o cualquier cosa que pudiera indicar una dirección. Estaba en mitad de una oscura nada.
Me froté los ojos con las manos, en un esfuerzo inútil de enfocar mejor la vista. Y entonces me percaté: tenía manos, no garras. Mi cuerpo había vuelto a su estado normal, e incluso mi espada seguía envainada en mi cinturón.
"Bueno, al menos es algo", pensé, mientras rebuscaba en mis bolsillos.
Saqué una poción y me la eché por encima. El dolor que tenía en el pecho, producto del tentáculo fisgón, se fue aliviando.
—
¿Hola? ¿Hay alguien? —grité, mirando en todas las direcciones que podía—.
¿Ricitos de Oro?Esperaba que la misteriosa Eileen apareciese en cualquier momento, pero no fue así. Nadie respondía a mis palabras, y mi alrededor no cambió en nada. Seguía solo, y perdido.
Resignado, y aunque me parecía una mala idea, eché a andar. No esperaba encontrar nada, pero tampoco perdía nada por intentarlo. Era eso o sentarse y esperar hasta morirme de aburrimiento (o de hambre). Seguí una especie de pasillo, frío e infinito, mientras reflexionaba lo que había pasado.
Me encontraba en algún tipo de acumulación de oscuridad, vale, en un lugar hecho de pura negrura. ¿Era esta la oscuridad que había robado
Erased Data de los aprendices? Y si lo era, ¿qué era lo del estadio? Y, sobre todo, la pregunta más importante: ¿cómo demonios se salía de aquí?
Entonces, tras andar un buen rato perdido en mis pensamientos, encontré algo diferente. Casi no me di cuenta hasta que escuché una voz que resonaba por todo el lugar.
Acepta la oscuridad en tu corazón, Alexis. Tierra de Partida ya te robó la luz de tu interior.—
¿Blackblood?Alexis se encontraba en lo que parecía ser el final del largo pasillo, sentada en un trono negro. Tenía lágrimas en los ojos y parecía estar apunto de derrumbarse. Pero lo más alarmante era lo que había detrás de ella, hablándole mientras la tocaba: una sombra de ojos amarillos. Otra manifestación de
Erased Data, seguramente.
A nadie le has importado nunca. No sabes quién eres. Siempre lo has deseado, y siempre lo has tenido: quieres morir. Abraza ese sentimiento.Tenía que actuar rápido. La pregunta más inmediata que me vino a la cabeza era que, si Alexis estaba aquí, quién o qué era la Alexis que había visto en la segunda plataforma del estadio. Pero no tenía tiempo para eso. Estaba claro que la sombra intentaba corromper a la paliducha o algo parecido, y no podía permitirlo.
Para ser sincero, en otra ocasión me habría encantado esta escena. Habría pedido una bolsa de palomitas y me habría sentado a ver el espectáculo. Pero no ahora. No entendía la situación y no tenía control alguno sobre ella. Era un objetivo como otro cualquiera para Erased, y no tenía el poder para contrarrestarlo. Si no buscaba toda la ayuda que pudiese, acabaría muerto. Y eso no entraba en mis planes. Además... de alguna manera, me sentía en deuda con esa niña.
—
¡¡Blackblood!! —grité todo lo que pude—.
¡¡Reacciona, está detrás de ti!!Eché a correr hacia ella, pero de repente se volvió increíblemente difícil avanzar. El suelo del pasillo se fue volviendo una especie de barro que complicada bastante el dar un paso. Y por si eso no fuera suficiente, también empezaron a surgir barras que lo ponían todavía más difícil, e incluso una casi me atravesó el hombro.
Pero no me rendí: me esforcé todo lo que pude por seguir adelante, evitando obstáculos y arenas movedizas.
Entrégame tu oscuridad, Alexis.Poco a poco fui acercándome, y de cerca lo podía ver mejor: alrededor de la paliducha se acumulaba una niebla de oscuridad. La sombra estaba consiguiendo su propósito, extrayendo todo lo oscuro de la niña, y lo peor era que ella no reaccionaba. Sólo lloraba.
—
¡¡Blackblood, no te tragues eso!! ¡¡Tú no eres tan pardilla como para caer en un truco tan viejo!!Recordaba la tercera edición de los Juegos del Enjambre. Recordaba varios entrenamientos en los que habían coincidido. Recordaba varias conversaciones con ella. No podía decir que conociese del todo a Alexis, y sí, seguramente guardaba secretos que ni me imaginaba. Pero creía con firmeza que ella era demasiado fuerte como para caer en una manipulación así.
—
¡¿Que no le importas a nadie?! ¡Já, pues claro que hay gente a la que le importas! ¡¡Tendrías que haber visto la cara de Diana cuando desapareciste, casi le da algo!!Me esforzaba todo lo que podía por seguir acercándome a ella. Tenía que conseguir que reaccionase, que no se dejase vencer. No tenía muy claro el objetivo de Erased con todo esto, pero no iba a dejar que se saliera con la suya. Gritaría todo lo que hiciese falta para que Alexis me oyese. Los sentimentalismos no eran lo mío, pero bueno...
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¡¿De verdad vas a dejar que esta Ricitos de Oro te gane en un juego tan absurdo?! ¡¡Puedes ganarle con los ojos cerrados, vamos!! ¡¡No te rindas, Alexis!!Si conseguía llegar hasta ella, tenía muy claro lo que hacer: cogerla del brazo y apartarla de un tirón de ese trono de hierro. Me mantendría alerta, preparado para desenvainar si la sombra (o incluso una Alexis poseída) intentaba atacarme.
Ricitos de Oro había elegido al rubio equivocado con el que meterse.
- Ban usa una poción.
*Editado para añadir este spoiler.