Cuando por fin pude conciliar el sueño que tanto necesitaba en aquel momento, un pensamiento pasó fugazmente por mi mente, pero aún así hizo que me levantara con tal prisa que terminé besando al suelo del cuarto. El pensamiento no fue ni más ni menos que el recordatorio de que aquel día me tocaba misión, y cómo no, no podía permitirme llegar tarde.
Me bañé y vestí con toda la velocidad que podía permitirme. En la ropa tardé más ya que no estaba acostumbrada a llevar ropa de época y más si implicaba llevar una falda larga cuando solía tener una corta, por lo menos los colores me gustaban y los zapatos no eran tan diferentes a los que solía ponerme, seguían siendo planos al fin y al cabo.
Tras casi volver a darme un golpe contra mi maravilloso suelo, al fin conseguí vestirme y no tardé mucho en salir disparada de mi habitación hacia la reunión con el Moguri en el vestíbulo. Mientras me dirigía hacia allí fui colocándome las cadenas y peinándome un poco aunque no lo necesitara ya que no me había hecho ninguna de las coletas que recogían un poco el cabello (el pelo rosa de por sí ya llamaba la atención, no necesitaba más).
Al llegar al vestíbulo me encontré con la criaturita que me daría las pautas de la misión, ésta al verme me saludó con la típica muletilla que tenían los Moguris “Kupó”.
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Es usted el instructor, ¿no? -
¡Efectivamente, kupó! –Dijo dándose a sí mismo aires de importancia.
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Entonces, ¿puede darme la información de la misión? -
¡Aún falta tu compañero, kupó! Hasta que no esté no podré dártelas, kupó. ¿Compañero? Suspiré llevándome la mano a la cara deseando que aquel compañero fuera alguno con los que ya había hecho misión, no me gustaba ni presentarme ni hablar más de lo que era necesario. ¿Qué decía? ¡Es importante comunicarse, hablar con las personas para socializar! Pero precisamente, era eso lo que no me hacía gracia, “socializar”. Si hablaba más al final metía la pata diciendo cualquier sandez. Volví a suspirar apoyándome en la pared a la espera de aquel compañero.
Pasaron bastantes minutos, no sabría decir con exactitud cuántos pero eran los suficientes para que yo hubiese perdido la paciencia y estuviera a punto del enfado. Así que malhumorada le exigí al Moguri la información. Éste no se negó.
La misión consistía en que había que encontrar y capturar a un brujo que podía estar involucrado o no, en un incidente sucedido hacía poco en aquel mundo, el envenenamiento de la clase alta durante una obra de ópera. El culpable de tal incidente, un tal Cid Raines, que podía ser o no aquel hombre, eso quedaba en nuestras manos. Para comenzar con aquella investigación, podíamos, o bien hablar con el Capitán de la policía de aquel mundo, o bien buscar por nuestra cuenta.
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¿Eso es todo? -
Mmm, ¡sí, kupó! Cuando ya me disponía a irme, la criaturita saltó recordándome a mi compañero tardón. Lo que me hizo pararme en seco y dar unos pasos hacia atrás para acercarme de nuevo al instructor.
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Cuando ese compañero aparezca, dile que tiene 15 minutos para reunirse conmigo fuera del Castillo, si no llega, me largo sin él.–Intenté decirlo todo lo más calmada que pude, pero aún así se notaba cierto matiz de cabreo pronunciando las palabras.
El Moguri asintió, pareció cogerlo todo a la primera así que sin perder tiempo, aunque mi compañero se estaba tomando todo el que podía, me dirigí fuera del Castillo a esperar cerca de uno de los muros.
Mientras los minutos pasaban no paraba de pensar en qué clase de compañero me había tocado: si era vago, si sería de mi edad, si sería alguien con experiencia, o alguien que acababa de llegar... Me estiré un poco observando el portón, esperando que aquel maldito tardón apareciera.
“
Pero, ¿dónde mierda está mi compañero?”
Cansada de esperar a que apareciera aquel aprendiz, me dispuse a marcharme, materializando la llave y lanzándola para que apareciera mi Glider. Tal y como apareció me fui acercando al vehículo y justo cuando iba a materializar mi armadura, capté algo por el rabillo del ojo junto a una voz.
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¡Eh!, ¡Eh! ¡Espera! Me detuve girándome hacia el portón, ¿y qué me encuentro? A un chico agitando los brazos. ¡Era mi maldito compañero! Tras que me percatara de él, comenzó a acercarse a mi posición.
Me entraron ganas de coger un objeto sólido y lanzárselo… varias veces. Pero tampoco podía enfadarme con él, cualquiera puede retrasarse. Así que tras un largo suspiro conseguí bajar mis humos al simple estado de molestia. Si tenía que presentarme cuanto más relajada estuviera mejor.
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¿Ahora llegas?–Dije claramente molesta cuando lo tuve lo suficientemente cerca para que me oyera. Me tomé una pausa suspirando.-
¿Te ha dado el instructor la información?