Ragun y ShinjuAnte las provocaciones de Barbaricia, Ragun no hizo otra cosa que alzar su Llave Espada y apuntarla de forma directa. Pero ese fue su principal error, porque de improviso el mismísimo aire le provocó un molesto corte en la cara, de arriba a abajo: empezando en la ceja izquierda en forma diagonal por su nariz hasta terminar en su mejilla derecha. Y eso fue lo que logró que el
Láser Oscuro no le diese de lleno, sino en un hombro. Se habían herido mutuamente.
El disparo fue letal. Barbaricia cayó de espaldas con su mano derecha sobre el hombro contrario, ahora con una fea quemadura en la piel. La copa de la mesa cayó debido al temblor y derramó el vino. La villana expresó un gemido de dolor y alguna que otra maldición hacia Ragun y se levantó, bastante furiosa por el ataque sorpresa que le había dedicado el aprendiz.
—
Quietecita —amenazó él, mientras avanzaba hacia ella bajando por las escaleras que daban acceso al comedor—
. Muéstranos el laboratorio. Tú sola no podrás con nosotros.La mujer rió por lo bajo y se levantó, todavía dándose un masaje en el hombro herido. Debido a las penumbras de la zona del comedor Ragun no lograría ver muy bien el aspecto que le había dejado el láser, pero tenía pinta de escocer mucho.
—
¿Quieres saber dónde está el laboratorio? ¿Qué no voy a poder sola contra vosotros? Eres tan gracioso como pesado, ¿no te lo habían dicho nunca? Pues ya lo sabes. Tampoco sé cómo has averiguado sobre este lugar —Y se elevó en el aire con gracia, como sostenida por el mismo viento, dejando caer su larga melena dorada tras de sí—
. Pero eso no importa, porque ninguno de los dos va a dejar este sitio con vida, en el peor de los casos Hojo os tomará como sujetos para sus experimentos. Mira, seré buena, si me suplicas quizás me plantee daros una muerte rápida y dolorosa. Sin duda será mejor destino que caer en manos de ese loco.—
¡No le hagas caso! ¡Esa pirada no nos va a ayudar! Date prisa y busca algo por ahí. —exclamó la maestra a toda prisa, tirando botellas, vasos y platos por igual al suelo, abriendo la nevera y el congelador en busca de algo que no encontraba.
Barbaricia mostró una amplia sonrisa y su cabello comenzó a girar a su alrededor, adoptando el aspecto de lo que parecía un tifón de viento. Si el aprendiz decidía lanzar algún hechizo o atacar por su cuenta se daría cuenta de que todos los ataques fueron repelidos: en aquella forma Barbaricia sólo tenía un punto débil. Averiguarlo o no dependía de él.
»
¡Presenciad el poder de la bellísima Emperatriz del Viento! —exclamó orgullosa, tras su nuevo escudo improvisado. Ragun sintió que el viento, el aire, se encontraba más revuelto, y las plantas se agitaban como si hubiese un pequeño vendaval dentro del recinto. Sin previo aviso Barbaricia alzó su mano, todavía protegida, y gritó—
. ¡Maelstrom!El resultado fue terrible. Las mesas, las sillas y todos los muebles del comedor salieron despedidos por los aires, dando vueltas y girando sin parar. Ragun no fue la excepción, pues se vio impulsado por una fuerza que no era capaz de repeler. Sus pies se separaron del suelo sin apenas darse cuenta, como si algo le hubiese golpeado en el costado y lo hubiese levantado en peso. Si se aferraba a algo varios armarios y botellas de cristal se encargaron de golpearle para que saliese volando alrededor de la villana. Recibió golpes y giró en todas las direcciones en medio de una tempestad que apenas le dejaba ver siquiera a Shinju o la entrada del bar, hasta en más de una ocasión un cuchillo o un tenedor casi le sacan un ojo. Incluso llegó a quedarse sin aire debido a la velocidad a la que se movía y a los golpes y giros bruscos que recibía.
—
¡Ah! —gritó Shinju, cubriéndose con sus brazos y agachándose para evitar el ataque, mientras todo a su alrededor salía despedido también por los aires y estallando.
El hechizo había resultado fatal para el chico, que acabó alejado de la escalera que daba al primer piso donde estaba la maestra, tirado sobre un charco de lo que parecía salsa de tomate con albóndigas. La cabeza le daba vueltas y las arcadas, si había desayunado algo, harían mella en él. Luego estaban los golpes y los moratones, se había estampado contra los armarios, se le habían roto botellas en la frente y varias mesas le habían golpeado con violencia en el estómago y los brazos, además de quedar enganchado en más de una lámpara. Barbaricia rió por lo bajo, divertida y viendo su estado.
—
Vaya, ya llegan los invitados. Estoy convencida de que les encantará el ambiente que tenemos en el local. —Se aseguró de remarcar la palabra “ambiente”, como si fuese algo especial, o como si hubiese algo especial en él.
La puerta del bar se abrió de par en par y los monstruos comenzaron a entrar, gimiendo y expresando gruñidos de amargura, como almas en pena. La campanilla resonó sin parar, dando a entender que la puerta estaba en constante movimiento por las bestias que entraban a base de golpes y movimientos bruscos.
Entonces Shinju pasó a la acción, y aunque Ragun no logró ver lo que sucedía, sí le advirtió desde arriba.
—
¡Ahora, chico sirviente, date prisa! ¡Hazlo, no te preocupes por nada, tú hazme caso!Barbaricia, con una mirada confusa, deshizo el tifón amarillo y descendió hasta el suelo con elegancia. Miraba hacia un punto fijo, sin aparente sentido, y sonreía con malicia.
—
¿Hacer qué? Mírate, mucha palabrería y no eres nada. Desaparece de mi vista, me tienes cansada.Acercó su brazo derecho hacia su costado izquierdo, seria y dispuesta a lanzar un último ataque. Estaba frente a Ragun apuntando… ¿a una pared? Fuera como fuese, Shinju le había dicho que
lo hiciera, ¿pero hacer el qué? ¿Vencerla? ¿Salir corriendo? ¿Buscar por el comedor? Una pequeña marabunta de monstruos bajaba por las escaleras hacia donde estaban los dos, verlos así podía causar el terror en cualquiera, y las opciones eran limitadas: o salir de allí encontrando el laboratorio o morir en el intento.
El aprendiz podía acceder a donde se encontraba la maestra subiendo por el pequeño muro con la barandilla, adyacente a las escaleras. Frente a la barra y la enorme gramola que emitía la música. De todos modos tampoco tenía donde buscar, porque todo en el piso inferior estaba destrozado y no quedaba nada en su sitio. Si acaso, en la primera planta...
Ragun:
VIT: 71/108
PH: 34/54
Maka, Nathan y Victoria—
¿Estás bien? —preguntó Maka, a lo cual Margarita se limitó a asentir con la cabeza, pálida.
A continuación le pidió que cogiera la tarjeta electrónica que le había entregado Raymon en sus últimos momentos, quizás imaginando que Mateus les iba a tender la misma trampa a ellos. De todos modos, eso era algo que nunca pudo averiguar, así que estaba de suerte. Tenía que limitarse a salir de allí con vida. Por otra parte, Nathan y Victoria compartieron un momento íntimo como hermanos que eran, necesitaban apoyarse y enfrentar la situación, a fin de cuentas, Victoria ahora era un monstruo, o estaba en proceso de convertirse en uno.
El grupo logró abrir con éxito la compuerta de metal con las tarjetas electrónicas y logrando salir al pasillo. Estaba todo oscuro, hacía frío y el eco de unas goteras en la lejanía no hacía del lugar algo agradable. Cualquiera con sentido común hubiese hecho lo mismo que el muchacho de cabello rosa, retroceder un paso.
—
¿Te parece bien que vayamos por aquí? Vale, pero con cuidado. Si te sientes mal dímelo, ¿Vale?—
Me siento como una piña caducada.Y los dos avanzaron hacia adelante, con Maka y Margarita, la cual no se separaba de la primera y, algo recelosa, la ayudaba como podía a avanzar. Nadie allí comprendía los síntomas de aquel suero blanco que les habían inyectado, ¿y por qué precisamente a Nathan y a los otros dos les habían dejado en perfecto estado? No se molestaron en comprobar sus pertenencias, seguros de que, aun siendo Portadores, no podían escapar de ninguna forma de esa celda. Y lo más interesante, sabiendo cómo era Hojo, sería comprobar las reacciones de todos ante el experimento: ¿se volvería Nathan contra su hermana y la otra chica si se transformaban y perdían la conciencia? ¿O terminarían todos infectados por igual? Era una auténtica paranoia propia de una mente retorcida y macabra.
—
¡No! ¿Qué pretendéis hacer, morir? No sabemos a dónde nos lleva ese camino, yo… yo tengo miedo, m-me quedo… Sí… —comentó el muchacho, un poco más rezagado que los demás, que ya se dirigían al supuesto tanque de especímenes.
Retrocedió un paso, sudando y con los ojos abiertos, se encontraba asustado, nada más. Y la idea de ir a ciegas por ese sitio no le gustaba un pelo, era lo más lógico para una persona normal. Pero pronto cambió de opinión, porque en la entrada de la celda surgieron seis aterradoras sombras con ojos amarillos, zarpas y largas antenas. Nathan y Victoria ya las habrían visto por la ciudad. Y eran seis, en un pasillo que no daba anchura suficiente a todas.
—
Um… C-creo que retiro lo dicho, lo siento. ¡Lo siento! —Y corrió detrás del grupo.
Las seis sombras agrandaron sus garras y se lanzaron a por ellos a toda velocidad, como si se tratase de una cacería. Tendrían que correr a toda prisa y haciendo uso de todas sus fuerzas para que no les pegaran un violento corte en el brazo, porque volver atrás resultaba ya imposible si no querían perder el corazón. Y aun con esas no llegaron muy lejos, porque de pronto se toparon con una puerta metálica idéntica a la de la celda. Tuvieron que emplear la tarjeta electrónica, y como tenían dos en su posesión, pudieron pelearse o empujarse por abrirla o entrar antes dentro. Una vez pasaran todos y les bloqueasen el paso a las Neosombras cerrando de nuevo la puerta, escucharían golpes y zarpazos de las mismas, todavía detrás, intentando cazarlos.
Pero claro, habían ido al
Tanque de especímenes, y sólo un científico loco como Hojo podía darle semejante nombre a ese sitio…
Ignorad al monstruo ese xD
El lugar estaba alumbrado gracias a unas débiles bombillas amarillentas, y frente a ellos había una especie de recinto sellado con un cristal muy, pero que muy sucio. Apenas podían ver lo que había detrás. Disponían sin embargo de un único camino a la derecha que daba acceso a una puerta de metal con un pomo.
Al poco de estar allí una sombra se formó desde el fondo del tanque, acercándose cada vez más a los aprendices.Y cuando la tuvieron delante comprobaron con horror lo que era: uno de los experimentos de Hojo, un zombie (o vampiro, según el punto de vista). El monstruo comenzó a golpear el cristal con violencia, emitiendo gruñidos y quejidos de rabia desde el otro lado. Le siguieron algunas sombras más, que empezaron a arremeter todas a la vez.
No les quedó otra opción que avanzar, si no querían abrir la puerta electrónica a sus espaldas y dejar paso a las seis sombras. El recorrido se hizo insufrible, pues las criaturas les seguían sin descanso, intentando atraparlos en vano. Ni Margarita ni el otro chico, cuyo nombre nadie sabía, no dijeron nada, se limitaron a caminar cabizbajos, pálidos, imaginando que la cosa se volvería más terrorífica a medida que avanzaran más.
—
Me estoy poniendo enferma.La puerta estaba abierta, pudieron pasar sin problemas al otro lado: un pasillo de metal, construído a pocos centímetros del suelo, con unas escaleras que daban a otra zona con una puerta normal y corriente. Al atravesarla alcanzaron una sala mucho más grande. La oscuridad era igual de densa que en la celda, pero gracias a numerosas vitrinas como la que acababan de ver se iluminaba levemente y podían tener una ligera de dónde se encontraban. En los tanques, repartidos por toda la sala, había monstruos iguales a los anteriores. Se vieron obligados a bajar unas escaleras para acceder al recinto y, nada más pisar tierra, una risa escalofriante resonó por todo el lugar.
Al fondo, junto a una enorme puerta de metal con otra cerradura electrónica, encontraron a alguien… Nathan le conocería como
Petunia, pero se llamaba Kefka, el payaso del que le había hablado Raymon a Maka. Y se viró de pronto hacia el grupo, sonriente y con una mirada para nada benévola; les había escuchado entrar y pisar la pasarela de metal.
—
¡Vaya, vaya vaya! ¡Pero mira a quién tenemos aquí! Yo que quería cazar al móvil que habla y me encuentro con unos curiosillos… —Y avanzó unos pasos, agachándose y haciéndose el sorprendido—
. Anda, pero si a ti te conozco, ¡me lanzaste fuego a la cara! Niño malo, niño malo.—
Un payaso… Como el que dijo mi padre.Kefka retrocedió hasta una especie de palanca con una bola roja en su extremo, la agarró y sonrió con más maldad todavía si era aquello posible.
—
¿Sabéis qué se guarda aquí? ¿Tenéis curiosidad? Si me dais la respuesta equivocada, algo malo pasará~ —Y jugueteó con la palanca.
—
No vamos a salir de aquí… por favor, que alguien responda algo bueno. —musitó el muchacho, detrás de todos y aterrorizado, desviando la vista a los monstruos que estaban encerrados, golpeando con fuerza las cristaleras.
Como los zombies se liberaran de los tanques, sí podían darlo todo por perdido. Aun así, tenían que aprovechar el entorno todo lo posible. Los monstruos no parecían fijarse en Victoria y Maka, sino en los demás, si sabían ocultarse bien y tenderle un ataque sorpresa a Kefka, o al menos abrir la puerta electrónica a su lado…
Y en cualquier caso, ¿por dónde había entrado Kefka? Nathan le había visto por última vez en la ciudad, ¿habría acaso otra salida en esa habitación? Desde esa posición no podían ver nada con claridad.
Maka Cross:
VIT: 14/14
PH: 4/4
Estado alterado: Zombie.
Nathan Knight:
VIT: 4/8
PH: 2/4
Victoria Knight:
VIT: 6/8
PH: 2/2
Estado alterado: Zombie.
Aclarar que la puerta es enorme, Kefka se encuentra en el extremo más alejado con la palanca, el cerrojo electrónico donde usar la tarjeta está a mucha distancia de él, en el lado contrario. Aun así es una situación muy delicada, si vais varias personas se dará cuenta y… bueno, no os gustaría saber lo que pasará.
Nikolai y Simon—
Espera un momento —interrumpió Nikolai, con la espada negra amenazante en la mano—
. ¿Te dice algo el nombre de Kefka? Un chiflado vestido de payaso con ese nombre me atacó hace poco. ¿Está con vosotros?Scarmiglione no se pensó la respuesta siquiera, de inmediato, cuando Nikolai terminó de hablar, la criaturilla negó con la cabeza.
—
Ni idea, no sssé quién esss. En essta sssiudad hay muchoss criminaless peligrossoss. Debéiss tener máss cuidado. —alegó con aquella siniestra sonrisa que ya habituaba a tener. Si estaba mintiendo o no, no había manera de comprobarlo.
A continuación el improvisado guía les indicó dónde estaban las habitaciones del profesor Hojo y el ascensor para moverse a placer por la guarida de los villanos finales. Simon tenía claras sus prioridades, ir a por los documentos que contenían información de toda aquella locura. Y la respuesta del aprendiz tardó unos instantes en llegar:
—
Entonces ya somos dos los que queremos ver esos documentos. Echamos un vistazo rápido y luego, vamos directos a la cuarta planta. Tú ve delante. Ya que te conoces el recinto, nos podrás indicar el camino perfectamente.Scarmiglione asintió con la cabeza y respondió.
—
Claro, sssseguidme.El ser comenzó a caminar despacio, a un ritmo lento y tranquilo. Atravesaron un enorme pasillo recubierto de azulejos blancos, pero muy oscuro debido a que las bombillas estaban fundidas. Lo único que alumbraba eran las luces provenientes de la salida y la entrada, y de la llama que Simon sostenía.
—
Lo más lógico es ir primero a por la información. No podemos movernos a ciegas en terreno enemigo sin conocer los detalles. Eres inteligente.Salieron del pasillo y giraron a la izquierda, la única dirección posible, que daba a otro enorme pasillo, similar al de un hospital, con puertas y camillas por todos lados. Daba una sensación muy mala. Scarmiglione se detuvo frente a una puerta concreta y la señaló.
—
Ess aquí. Ahora no hay nadie, pero puede que no…—
No tenemos tiempo.Simon desvaneció la llama de la palma de su mano y se adelantó. La puerta, a diferencia de las que se habían encontrado hasta ahora era más normal, de madera, muy desgastada y antigua. La pintura se resquebrajaba por algunas esquinas, y otras ya estaban un poco podridas. Entrar fue pan comido.
El sitio estaba oscuro, como la cueva de un vampiro. Les llegó un olor un tanto raro, y había, además de libros y apuntes tirados, literalmente, por todos lados: mesas, sillas, suelo, estantes… Encontraron otra puerta en la pared derecha. Si la abrían comprobarían que daba acceso a una habitación contigua y todavía más oscura. Por mucho que forzaran la vista no conseguirían distinguir nada allí. Qué miedo.
Sobre el escritorio había una lámpara que iluminaba parcialmente los documentos. Simon esperó a que Scarmiglione entrara también y luego cerró la puerta. Quedaron los tres en el más absoluto silencio, la tensión se sentía en el ambiente. El hombre de Tierra de Partida empezó a mirar documentos de las estanterías, y debían tener cuidado de no pisar lo que estaba en el suelo, más con los zapatos sucios y llenos de gravilla. Porque como alguien entrara…
Mientras Scarmiglione avanzaba y, con curiosidad, miraba también los documentos de la estantería contraria a la de Simon, Nikolai pudo acercarse al escritorio, si no quería ir a la habitación oscura de al lado o no deseaba quedarse sin compañía. Fuera como fuese terminó encontrando un documento que hablaba sobre los experimentos, podía cogerlo y llevárselo o no.
—
Aquí no hay nada que involucre a Mateus Palamecia. Pero aquí dice que este proyecto se puso en marcha tras lo sucedido en Villain’s Vale. ¿Te suena ese sitio? —le preguntó Simon al chico, con la hoja en la mano. Hoja que no tardaría en guardarse en el bolsillo.
Había muchas cosas donde poder elegir: desde papeles que hablaban de los experimentos actuales, hasta algo sobre corazones y llaves espada. Pero nada de aquello relacionaba a Mateus con los zombies, para su decepción. Sí podía intentar relacionarlo con los Villanos Finales, lo cual no le otorgaba suficientes pruebas. Los documentos eran más como unas anécdotas, planteamientos y locuras típicas de un chiflado. Como un diario.
Y por encima, pudo ver otro papelito que mencionaba a Scarmiglione, el ser que estaba situado justo a sus espaldas, sonriente y sin decir nada ni moverse. Simplemente esperaba a que terminasen lo que tuviesen que terminar.
De pronto se escucharon unos pasos por el pasillo, cada vez más cerca de la puerta. Simon hizo un gesto con su brazo libre para decirle a Nikolai que no hiciese ningún ruido, pero el eco indicaba que cada vez estaban más cerca. Y al final, se detuvieron frente a la habitación del doctor. No iba a ser tan fácil volver al ascensor. Bien podían ocultarse los tres en la habitación oscura sin saber lo que había allí dentro. ¿Y Scarmiglione? ¿Se iba a mover por su cuenta, o los iba a delatar?
La figura avanzó unos pocos pasos hacia la puerta, quedando justo delante. Y el pomo empezó a girar. No tenían más que unos pocos segundos para actuar.
Nikolai Everard:
VIT: 26/26
PH: 20/20
Saic:
VIT: 20/20
PH: 10/10
Fecha límite: Lunes 31 de Agosto.
Faltas:
-Soul: 1