«Razonar con este payaso era demasiado pedir, supongo».
Light se mordió el labio inferior mientras atisbaba cómo el arlequín preparaba un hechizo eléctrico. Parecía que tendrían que luchar...
—Espere, Lord Kefka. Recuerde que son caballeros de la llave espada, él querrá encargarse personalmente de ellos.
—Oh, ¡cierto! —El payaso (el muy teatrero parecía estar a punto de romper a llorar) desmaterializó sus hechizos—. Bueno, al menos podré ver el banquete en primera persona. Hace mucho que no se come el corazón de ningún aprendicillo, ¿verdad?
—Maldito bastardo —murmuró, fulminando con la mirada a Kefka. Su comentario le recordó el triste destino que sufrió cierto aprendiz de Bastión Hueco. Esa vez sus contrincantes fueron demasiado fuertes y ellos demasiado débiles, y el miedo se apoderó de él.
El diablo descendió de las barandillas y se acercó a ellos. No parecía verse afectado por sus propias llamas (¿sería débil a Hielo? Su intuición le decía que un hechizo de ese elemento quizás les ayudara a salir de ese aprieto).
—El Emperador se encargará de vuestro juicio. Mi pésame.
Parecía que pronto tendrían su encuentro con Mateus Palamecia. Por supuesto, no creía que ese ruin individuo les perdonara la vida tan fácilmente, pero puede que lograran negociar con él, a saber. Al menos esperaba que atendiera a razones, al contrario que el estúpido de Kefka.
«Si no estuviera cargando con Clío… mierda», apretó los dientes. Si Gaomon estuviera con él —no podía ponerse en contacto con su mascota y eso no le tranquilizaba demasiado— todo sería mucho más fácil también. Simplemente podrían escapar en su lomo.
—Soltad todas las armas que llevéis encima y extended los brazos al frente, procederé a esposaros. Si no hacéis ninguna tontería, nadie saldrá herido. Déjala a ella también en el sue...
Light sintió un dolor agudo en la nuca y se llevó la mano a esa zona, ligeramente aturdido. Fue raro, porque sucedió de improviso, sin razón aparente. Y no tenía ninguna clase de herida alojada ahí. No entendía nada.
Todo resultó mucho más confuso los segundos siguientes. El cuerpo dejó de responderle y se desplomó sobre el suelo del Distrito 1, con Clío encima. Hizo una breve mueca por el porrazo. Seguía consciente, aunque era incapaz de mover un solo músculo salvo los de la cara.
Había llegado a pensar que todo esto era cosa de los Villanos Finales, un medio de aturdirles para atraparlos más fácilmente, pero comenzó a dudarlo en cuanto comprobó que Kefka y Rubicante tenían sus propios problemas. Parecía que estaban luchando contra algo, mas no supo decir el qué.
«¿¡Qué está pasando!?».
Si había algo que odiaba aparte de la oscuridad era sin duda no poder hacer nada.
La oscuridad le rodeaba, le horrorizaba, y cada vez tenía más sueño. Hizo todo lo posible por mantenerse despierto... pero sus esfuerzos no sirvieron de nada.
Finalmente, cerró del todo los ojos y perdió el sentido.
No supo por qué (tampoco se lo replanteó), pero estaba luchando contra su copia corrupta: Dark Light.
Su pelea se desarrollaba en lo alto de un generador de La Red, una zona repleta de minas. Resultaba curioso, pues él había aprendido una habilidad para crearlas: de tal original tal copia. Tuvo que tener mucho cuidado y aprovechar su técnica Sentido sísmico con el fin de no pisar ningún explosivo. Un mínimo error supondría su final.
Tras chocar sus armas múltiples veces, Light le pidió que parara. Estaba agotado físicamente y tampoco quería continuar con aquella pelea. Su copia nunca había sido su enemigo: toda la culpa la tenía Erased Data.
—¡Ya basta! ¡Esta batalla no tiene sentido!
—¡Cállate! ¡Cállate! ¡CÁLLATE! —Le apuntó con su espada de oscuridad, rabioso. Se le salían los ojos de las órbitas. Light, entre jadeos, se preparó para bloquear su siguiente ataque.
No se podía razonar con él, estaba fuera de sí.
Dark Light arremetió contra él con una fuerza tremenda, logrando romper su bloqueo y enviándole muy lejos. Provocó que su original cayera de la cima del generador. No pudo recuperar el equilibrio con un Planeador ni siquiera, estaba destinado a aterrizar siempre sobre una estaca eléctrica.
Le atravesó el estómago, quemándole por dentro y provocándole convulsiones. No resultó precisamente agradable.
Y la historia se repitió así una y otra vez. Nunca lograba convencer a su réplica, tampoco conseguía vencerla y acababa falleciendo tras aterrizar sobre la estaca. Y después, el combate volvía a empezar. Intentaba por todos los medios cambiar el destino, pero no podía.
Resultaba enloquecedor sufrir la misma batalla una y otra vez; así como experimentar la electrocución. Llegó al punto en el que quiso morirse definitivamente. Ya no podía más.
En algún momento despertó.
«Mi cabeza…», el dolor de cabeza fue lo primero que notó al recuperar la conciencia.
Light abrió los ojos de golpe, con el malestar que uno naturalmente siente al escapar de una desagradable pesadilla (tenía el pulso y la respiración acelerados). Se reincorporó con rapidez, observó a Simbad con cara de perplejidad (en el caso de que éste le despertara) y después dirigió la vista hacia varias direcciones, alarmado. Recordó su encuentro con los Villanos Finales, el pinchazo, la oscuridad... ¡Fátima!
Buscó con la mirada a Fátima y afortunadamente la encontró ahí, con el resto de sus compañeros. A simple vista parecía que no estaban heridos; de hecho, Light ya no tenía ningún rasguño, las heridas provocadas por la explosión habían sanado. Respiró hondo y dedicó algunos segundos a tranquilizarse: la pesadilla le había afectado bastante.
Si para cuando él despertara todavía quedaba gente inconsciente, les ayudaría a salir de sus pesadillas.
—¿Y Clío? —Siguió revisando los alrededores, esperando encontrarla en algún lado.
Sin embargo, no había ningún rastro de Clío. ¿Qué demonios había pasado con ella? Se mordió el labio: solo podía temerse lo peor.
Primero tenía que preocuparse de su situación y la de los demás jugadores. Si su memoria no le fallaba, se encontraba en la oficina de Correos de Ciudad de Paso: un edificio de gran tamaño que estaba repleto de estanterías llenas de paquetes y sobres, los cuales seguramente se transportaban con aquellas vagonetas. El día que los Villanos Finales le secuestraron para experimentar con la armadura de Gárland le llevaron a aquel lugar de hecho.
Sin embargo, no veía a ningún villano por los alrededores —para su fortuna—, y estaban lo suficientemente ocultos. Perfecto, porque necesitaban ponerse al día y planear qué hacer.
Tarde o temprano se dio cuenta de que había recibido un mensaje. Light no esperó ni un segundo y se apresuró a leerlo.
INFRACCIÓN DE LAS REGLAS DETECTADA.
SEGUNDA MISIÓN INVALIDADA.
TRAMPOSOS.
—¿Qué mierda es esta?
¿Trampas? ¿Qué trampas? ¿Y quién las había hecho y cómo? El mensaje provocó que le hirviera la sangre. El desgraciado que les había metido en aquel horrible juego ahora se permitía el lujo de echarles en cara que habían cometido una infracción…
Apretó el puño, rabioso. Si algún día llegaba a dar con el responsable le daría una paliza.
—De acuerdo… escuchadme todos. —Les llamaría la atención en cuanto se hubieran recuperado de las pesadillas. Comprobó que nadie les oía y que seguían ocultos antes de empezar a hablar, sentado en el suelo—. No os asustéis por lo que voy a decir… pero todo parece indicar que realmente estamos en el mundo virtual. Y además…
Agachó la cabeza, tragó saliva y formó una fina línea con los labios. Finalmente lo dijo:
—Esto va a sonar muy absurdo, y todavía no puedo creerlo, pero… es posible que seamos copias virtuales —expresó, con clara incredulidad en el rostro—. Nos encontramos a nuestros aliados de La Red. Crow me dijo que era una copia y me atacó. Clío, la copia de Fátima, también la atacó a ella. Y tengo otras razones para pensar que somos copias. —El mero hecho de no poder sentir a Gaomon le hacía pensar que había algo mal en él. No llegó a confesar este detalle a sus compañeros, se lo guardó de momento.
Prefería no pensar más en ese asunto, al final quizás (ojalá) todo fuera un malentendido y la ausencia de su mascota tuviera una explicación. Aquella realidad era difícilmente digerible.
—Los Villanos Finales también saben que estamos aquí —añadió por último—. En definitiva: estamos jodidos.
Entonces, su móvil y el de los demás sonaron: habían recibido un nuevo mensaje. Ya tenían un nuevo objetivo que cumplir.
TERCERA MISIÓN.
LLEGA HASTA EL DISTRITO 5 ANTES DE QUE SE ACABE EL TIEMPO.
SUERTE.
Tenían una misión con tiempo límite —el contador de su mano así lo indicaba— que cumplir. ¿Hasta cuándo estarían sometidos a la voluntad de la mente maestra?
Otro mensaje había llegado, aunque esta vez solo lo recibió una persona. En cuanto Fátima sacara el móvil roto, se acercaría a ella para leerlo, a ser posible antes de que se apagara.
—¿J? ¿Quién demonios…? —Si había llegado a descubrir el contenido del mensaje, se quedaría pensativo y meditaría sobre ello. Se les presentaba la posibilidad de renunciar a cumplir la misión e ir a otro Distrito. Quizás era una trampa… o puede que encontraran algún aliado o pista—. ¿Qué hacemos? Si los Villanos Finales nos encuentran no nos dejarán cumplir la misión tan fácilmente. Quizás lo mejor sea dejarle la misión a otros que puedan pasar desapercibidos por la ciudad.
Tenía curiosidad por el mensaje y prefería ir al Distrito 2, pero la decisión final la dejaría en manos de su compañera.