Desde lo alto de la torre había una asombrosa vista. Bosques, ríos, pantanos, el pueblo del bosque, praderas... La vista era simplemente hermosa... Y en algún lugar estaban aquellos indignos, aquellos vulgares ladrones y sus compinches. La justicia debía recaer sobre ellos... Pero él conocía un pequeño "truco" sobre ese mundo.
Un libro idéntico al que había "fuera" conteniendo aquel mundo reposaba sobre un pedestal de cristal abierto. En él había varias cosas apuntadas en las primeras páginas, descripciones con todo lujo de detalles sobre lugares de aquel mundo... Casi como si todo el mundo hubiese nacido de aquellos escritos.
Pero es que eso era precisamente lo que pasaba. Todo lo escrito en aquel libro se plasmaba sobre el mundo. Las dos últimas notas eran muy claras;
"Una maldición se alzaba en el mundo desde la torre sellando la capacidad de abandonar el mundo de todos aquellos que habían llegado desde fuera."
"Los soldados de cristal salieron de la torre en busca de todos aquellos que no deberían estar en el libro, excepto al amo de la torre."
En ese momento, uno de los soldados de cristal se acercó al juez y le susurró algo al oido. Su voz rebotó sobre los cristales de los que estaban hechos los muros de la torre haciendo un sonido invernal. Una sonrisa se dibujó en el hombre bajo su yelmo.
Los soldados de cristal rodearon al recién llegado.
Aru se limitó a mirar asustada a Ronin, que se había quedado agazapado observando los seres de cristal. Cada paso que aquellas criaturas daban resonaban como nieve al ser pisada con unas botas de cuero... Quizás eso fue lo que distrajo a ambos.
Unas pisadas sonaron por detrás de ellos, pero no se habían dado cuenta... Hasta demasiado tarde.
Aru notó como algo golpeaba con una monstruosa fuerza su cabeza. La aprendiza no pudo hacer nada para defenderse, calló al suelo fuera de combate... Pero Ronin no corrió mejor suerte, el Maestro quiso correr a socorrer a la muchacha cuando otros tres de esos seres aparecieron a su lado dándole varios golpes por la espalda antes de poder dejarle inconsciente. Keiko no corrió mejor suerte.
El muchacho miró extrañado a Coli durante unos instantes, mientras que el osito la miró con una mezcla de curiosidad y... ¿Felicidad?
—Hola —saludó el oso con un tono de voz sosegado, por su forma de hablar parecía que fuese a quedarse dormido a la mínima oportunidad que tuviese—. ¿Tú también vienes de muy lejos?
—¡Pooh! —intervino el niño—. Esto... Hola. No te pareces al hombre de la armadura, así que supongo que debes ser a las que mandaron venir... ¿Verdad? —El niño se acercó a Coli tratando de que Pooh no escuchase—. De Bastión Hueco.
—¿Bastón Chueco? —preguntó el oso, que acababa de sentarse en medio del camino mientras se comía un enorme tarro de miel (¿de dónde lo había sacado?).
Coli podia contestarle con la verdad o mentirle, pero tras aquello un fuerte temblor alertaría a los tres.
—¡Ven con nosotros! —pidió el chico—. Soy Luso Clemens, ¿y tú?
Los tres debían correr para ponerse a salvo. Varias ramas de los árboles estaban cayendo. Debían irse a un lugar seguro o podrían acabar heridos... Claro que Coli podía quedarse allí, lo que significaría que se quedaría sola. ¿O no?
Yui siguió a Ryota en silencio en todo momento. Ninguno de los dos habló nada y tras caminar un buen trecho por el pequeño pueblo... ¡Bam!
Ambos fueron atacados por detrás por unos seres de cristal. Ninguno de los dos se lo había esperado por lo que el Maestro y ella perdieron la consciencia.
En cuanto Hiro dio un par de pasos un fuerte terremoto abrió el suelo bajo sus pies. Por suerte, Hiro no era un novato, por lo que pudo correr para evitar ser tragado por el abismo que se acababa de formar y que se estaba tragando todo el mundo. Cuando el terremoto se detuvo Hiro comprobó que todo lo que había más allá del abismo era... Nada. Era como si el mundo acabase en aquel lugar. Solo oscuridad se extendía más allá... Sin embargo lo que vio tras él no era mucho más alentador.
Hiro le había conocido hacía varios meses, antes de que la guerra entre las dos ordenes de caballeros de la llave espada iniciara... Aunque las cosas habían estado muy "caldeadas" desde el principio. Se hacía llamar "El Juez"... Pero Hiro lo que mejor recordaría sobre él era lo mucho que le hizo sufrir, como clavó sus dos espadas en sus hombros haciendo que casi perdiese sus brazos en el inframundo... Sí, porque Hiro estaba frente a Gabranth...
O eso pudo creer en un principio. El aprendiz pudo darse cuenta del aspecto "poligonal" de aquel ser, además era transparente como si fuese de cristal.
No había uno de ellos como pudo creer al principio, había otros tres con él... Y ambos portaban sus armas, dispuestos a atacarle. ¿Luchar o escapar? El aprendiz estaba en desventaja numérica... Y no sabía la fuerza que tenían. Además, quedarse cerca de aquel abismo no parecía muy buena idea.
Las tres aprendizas despertaron en una habitación de cristal, cada una estaba en una diferente por lo que no podían verse (por ahora).
El despertar de las tres había sido brusco, un fuerte terremoto que sacudió toda la torre fue la causa... Aunque también fue una suerte para ellas.
Un fortísimo ruido de cristales rotos, como si una parte del edificio en el que estaban se estuviese derrumbando sonaba a lo lejos y las puertas (también de cristal) se habían partido gracias a aquello.
Había escombros (en realidad eran cristales rotos) por todo el suelo por lo que las tres tuvieron que caminar con extremo cuidado para no cortarse. Una vez saliesen de sus respectivas prisiones se encontrarían en un pasillo curvo que posiblemente rodeaba toda la planta. Había algunas ventanas, pero eran demasiado pequeñas como para que pudiesen salir por allí... Sin embargo podían asomarse y comprobar que estaban a más de quinientros metros del suelo... Pero no solo eso. Un enorme abismo negro parecía haberse comido parte del mundo, pues ahora todo aquel abismo rodeaba el bosque de los cien acres, el pueblo... Y más allá del abismo solo había oscuridad... Era como si el mundo pudiese acabar desapareciendo... Como si todo aquello fuese una página en blanco, o una que acababan de arrancar.
Tras caminar un buen rato, las tres aprendizas acabarían por encontrarse entre sí. ¿Cómo reaccionarían al verse?
Frente a ellas había unas escaleras que ascendían a un nivel superior, las que llevaban hacia abajo no podrían flanquearlas... Puesto que parte de ellas se habían derrumbado impidiendo el paso por completo. ¿Quizás había hacia arriba alguna ventana por la que pudiesen salir en Glider? ¿Y dónde estaban Ronin y Ryota?