Continuaron siguiendo al gato de la maestra Rebecca hasta que llegaron al río que pasaba por los jardines de Tierra de Partida, donde el gato se paró. Los tres permanecieron en la distancia, observando como el gato daba vueltas por el sitio.
En ese momento Yagami fijó su atención en una manchita blanca que empezaba a moverse hacia el gato. Tras fijarse detenidamente se dio cuenta de que era un ratón pequeño y blanco. Era extraño, pero parecía que los dos animales se habían puesto a conversar. ¿Se entendían un gato y un ratón? ¿Enemigos por naturaleza y estaban allí “hablando”?
Cada vez se volvía más aburrida aquella noche… Pasaba el tiempo y los animales seguían allí, sin hacer nada y no había ni rastro de la supuesta “Bestia de Tierra de Partida”. Yagami se estaba aburriendo muchísimo y no paraba de bostezar, todo aquello le parecía una completa pérdida de tiempo.
Pero justo en ese momento ocurrió algo. El gato se erizó, el ratón se subió a su lomo y de repente más felinos empezaron a aproximarse desde el aire. Eran unos gatos muy extraños, que se estaban acercando hacia ellos volando con sus orejas. Tenían un aspecto siniestro y unos ojos amarillos, brillantes y terroríficos. Aparecieron un total de seis.
Para mayor sorpresa, el gato de la maestra Rebecca volvió a erizarse, pero esta vez su aspecto cambió, mostrando unos rasgos similares a los felinos que se habían acercado.
—No sé qué haréis vosotros, pero lo de quedarme parado no me convence...
Light fue el primero en reaccionar, invocando su Llave Espada y atacando a uno de los felinos. No fue un golpe directo, si no que lanzó una especie de onda con su arma. El gato al que golpeó volvió a emprender el vuelo y los demás le siguieron. Habían atraído completamente la atención del grupo de bestias.
—No eres muy discreto, ¿eh? — le dijo Yagami a Light —Bueno, supongo que ahora no nos queda otra que atacarles…
Los enemigos estaban volando en ese momento, no podían atacarles de frente. Yagami sacó una de sus manos de los bolsillos y la alzó hacia uno de los gatos voladores.
—Concéntrate…
Una maraña oscura empezó a concentrarse en la mano de Yagami, poco a poco, formando una bola oscura. Apuntó hacia uno de los felinos que estaba en el cielo y liberó su energía. Yagami se había asegurado de no estar demasiado lejos para poder alcanzarle y por lo visto funcionó. La bola oscura avanzó en línea recta hasta el enemigo y le impactó de lleno, haciendo que cayese al suelo, posiblemente muerto o muy herido.
Se frotó un poco la mano, seguía cansándole bastante hacer ese tipo de cosas, pero ahora no era momento de flaquear, volvió a alzar la mano, esta vez para invocar su Llave Espada, pero no se movió del sitio.
—¿Algún plan aparte del de atacarles sin parar? — le preguntó a sus compañeros.
Por ahora parecía ir todo bien, pero no sabían las sorpresas que podían tener guardadas los felinos voladores, así que había que tener alguna estrategia en mente por si la cosa se torcía. Y como no, Yagami no iba a pararse a pensar en eso.