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Eran las 10:00 de la mañana cuando Kairi se despertó en su habitación de Tierra de Partida. Los rayos del sol entraban por su ventana y le atravesaban sus párpados. Con dificultad, abrió los ojos y miró la hora. No solía despertarse tan pronto, pero ya no tenía sueño. Miró a Awa-chan, que seguía profundamente dormido - Qué mono - pensó. Como le daba cosa despertarlo, le puso un platito de atún y otro de leche junto a su camita, se vistió y salió de la habitación.
El castillo estaba más tranquilo que de costumbre, se notaba que era un día de descanso y la gente estaría durmiendo en sus camas, aunque de vez en cuando se cruzaba con algún que otro Aprendiz madrugador por los pasillos. La tripa le hacía ruidos, necesitaba desayunar. Fue a la cafetería, donde un Moguri le sirvió su desayuno entre bostezos.
Últimamente el gatito de Kairi dormía demasiado y no le apetecía hacer nada. Después del enorme daño que recibió en aquella mina, era normal. Al regresar de la mision, la joven se había prometido a sí misma que nunca jamás expondría a Awa-chan a un peligro semejante. La sola idea de pensar que podría haber muerto le daba tristeza y escalofríos.
Al acabar su desayuno, decidió tomar un poco el aire y salió a los Jardines. Hacía calorcillo, el verano estaba cerca. Se preguntó si podría alguna vez volver a su mundo de visita y bañarse en las transparentes aguas de la playa. Pensó en todo esto mientras se tumbaba a la sombra de un árbol. Poco a poco le fue viniendo el sueño de nuevo y los ojos se le cerraban...