[Tierra de Partida] ¡Es la hora d-d-d-d-del duelo!

[Yuehito]

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Cronología:
▪Hana >> Después de "El castillo embrujado" y "Ocaso de una estrella".
▪Hikaru >> Después de "Por donde tú vayas".
▪Exuy >> Después de "Por donde tú vayas".

El día parecía estar agrisado y triste. Las nubes bloqueaban el paso amable de la luz del sol y la gente de Tierra de Partida parecían hacer caso omiso al tiempo. Los cambios tenues de luz hacían un baile de colores a las flores del jardín. Silenciosamente se iluminaban los pasillos y a pesar de que aparentaba ser un mal día, corría una grata brisa, capaz de tranquilizar la ira y entregar paz.
¿Por qué los días nublados tienen que ser nostálgicos y callados?...


Cada mañana me gustaba ir a practicar porque por lo general iba poca gente, o casi nadie. Había aprovechado la mala escusa del día para poder mejorar mis habilidades y estar todo el tiempo suficiente hasta que llegara alguien.

Se agitaba mi llave espada velozmente por todo el lujoso gimnasio. De arriba abajo, de lado a lado, haciendo fuertes ecos por cada rincón de la sala. El lugar era lo suficientemente amplio y solo para mí. Los bloques de colchón estaban tirados por todos lados, los cuales retenían mis caídas, y las simulaciones de enemigos estaban todas de pie tras varios intentos de hacerlos caer. Tirarlas abajo se me hacían difíciles y pensaba si en realidad sería lo suficientemente bueno para ser un portador. Agachaba mi cabeza al meditar esas cosas, pero internamente me subía el ánimo para no mostrarle esas malas caras al clima.

Cada cierto tiempo me sentaba mirando el exterior en el gran ventanal que se encontraba frente a la puerta. Para así luego retomar los movimientos de mi arma, tratando de poder echar abajo aquel falso enemigo. Me tranquilizaba al contemplar la amplia vista de todas las nubes que se paseaban lentamente por las montañas.

¿Cielo, Querrás llorar? Fui hacia el bolso, saque mi libro y arranqué la última hoja. Hice un circulo grande y dentro de él, una gran sonrisa.
pegándola en dirección hacia el exterior le dije:
No tienes por qué estar triste.

[James Bond]

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El orden cronológico de este encuentro para mi personaje sería tras el fin de la Trama "Por donde tú vayas" y sería la primera acción de mi personaje en la Segunda Saga.

Amanecía en Tierra de Partida otro día más. Pero al contrario que la gran mayoría, esta vez el cielo estaba nublado. Aque día no tenía nada que hacer, así que me levanté temprano y tras darme una buena ducha fui en dirección al comedor, donde comí un plato de cereales con leche y una tostada. Tras el desayuno matutino, decidí dar una vuelta por los jardines de Tierra de Partida. Me entretuve un rato en la zona de entrenamiento donde estaban aquellos gigantescos anillos. Un buen tiempo había pasado desde que fui a Nunca Jamás con Zait y Exuy. Recuerdo como casi nos atrapó aquella sombra y por poco no lo contamos. Lo más triste de todo aquello era que fui con una Maestra que un tiempo después nos dejó tanto a los aprendices como Maestros de Tierra de Partida. No sólo ella, otros aprendices también se pasaron al bando oscuro. Por la información que había podido reunir, su base estaba en un mundo llamado Bastión Hueco. Mundo el cual hasta hace poco se nos estaba prohibido ir. Era una pena, por que dos personas que conocí en una misión se pasaron a dicho bando. Me entristecí bastante. Pero estaba segurísimo de que había alguna manera de hacer que volvieran sin necesidad de luchar. Tan sólo tenía que descubrir cómo. Cuando me di cuenta, estaba frente al gimnasio. Nunca había entrado en el, básicamente por que o estaba dando golpes de Llave-Espada a los anillos gigantes o entrenando con mi Maestra. Abrí la puerta y estaba vacío. Bueno, no estaba vacío, había una persona dentro. Cuando la miré, me di cuenta de quien era.

—¡Exuy!— Logré llamar su atención—. ¿Qué estás haciendo...— entonces me fijé en que llevaba su Llave-Espada en la mano. ¿Estaba entrenando?—. Oh, ya veo. ¿Quieres que entrenemos juntos?— Invoqué a mi arma, y también desenvainé la espada que hacía poco que compré. Quería probar como era en el mundo real la habilidad “A Dos Armas” que salían en algunos videojuegos y series que tenía mi hermana.

[Nell]

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Cronología:
> Después de “El castillo embrujado” y “Ocaso de una estrella”

La habían pillado. Con las manos en la masa, como se suele decir. Y, en esta ocasión, Hana no tenía escapatoria. Tenía que huir. Huir, por su vida. Correr como nunca había corrido. Puede que su vida en Tierra de Partida no volviera a ser igual a partir de entonces.

Porque, efectivamente, había sido cazada por un moguri en una de sus muchas siestas en los Jardines. Por lo general, se solía escaquear y esconder bastante bien, en diversos sitios que poca gente frecuentaba, a fin de descansar y vaguear durante todo el día. Le gustaba entrenar, pero se auto valoraba tan bien, que creía que no le hacía falta. Y, por lo tanto, nunca tenía nada que hacer.

Sin embargo, en aquella ocasión, uno de aquellos animales de divertido pompón la había vislumbrado entre la maleza, y con la férrea convicción de que los jóvenes tenían que ser más activos, había comenzado a pedirla que le ayudara a quitar las malas hierbas del césped, y a golpearla con el palo de un rastrillo, ante la firme negativa de la joven.

Así pues, Hana se vio metida en una carrera contrarreloj para escapar de aquel obstinado moguri, que parecía no tener otra meta en la vida que intentar educar bien a los futuros Maestros de Tierra de Partida. ¡Y ella no se iba a dejar, no señor!

Finalmente, consiguió darle esquinazo. Sin pretenderlo, correr de semejante forma, como si salvara de verdad su propia vida, le había servido al menos para darse cuenta de que necesitaba entrenar más cuestiones de velocidad y resistencia. Tuvo que detenerse a respirar adecuadamente durante unos minutos, mientras estaba atenta a que el moguri no reapareciese.

Y, pese a que no lo hizo, no se quiso confiar. No volvió a salir a los Jardines, sino que pensó en buscarse otro lugar dentro del castillo donde estar. Se le ocurrió, entonces, el gimnasio, puesto que por aquellas horas no solía haber nadie. Además, no quedaba muy lejos.

Nada más abrir la puerta de la habitación, se dio cuenta de que había sido un error pensar que iba a estar vacío. Era lo que tenía la superpoblación de Tierra de Partida: había más aprendices que salas en aquel castillo. No era de extrañar que más de uno hubiese emigrado. El gimnasio estaba ocupado por otras dos personas, a las que Hana no conocía. Una parecía haber acabado de pasar, como ella; en cambio, la otra, había estado entrenando con la Llave Espada hasta entonces.

—Oh, venga ya. Pensaba que esta habitación ya no la utilizaba nadie —comentó—. Sólo es el sitio donde los novatos entrenan porque no se atreven con el mundo real.

Y no es que Hana fuera una experta, precisamente, en la realidad que mencionaba. Ni siquiera había salido de Tierra de Partida. Pero, por supuesto, eso no lo iba a decir.

La joven pensaba que, si los amedrentaba un poco o les desagradaba la presencia de la muchacha, se marcharían enseguida. Así, podría disponer del gimnasio para ella sola. Pobrecita. No sabía cuán equivocada estaba.

[Yuehito]

Luego de haber estado un buen rato mirando el exterior retomé el entrenamiento. Me puse mi sudadera e invoque mi arma. Tenía que haber alguna forma de poder hacer caer esas cosas. Solo eran Pedazos acolchados que fingían ser un oponente. Estaban muertos. ¿Cuánto podían hacerme perder la paciencia?
Comencé pegando a los costados, saltaba y embestía, esgrimía y finalizaba con patadas. Nada. Caí a uno de los colchones y me tomé el tiempo de contemplar sus formas. Parecían ser unos muñecos de nieve, pero estos aparentaban un triangulo con cabeza. Pegarles y tratar de hacerlos caer solo era un desperdicio, el intento los hacía estabilizarlos nuevamente.

Meditando pude encontrar la forma de obtener la victoria a algo inerte. Tome una cierta distancia, y comencé a correr hacia mi objetivo, con todo el vuelo que pude alcanzar, me deslicé por el suelo para darle con el pies. Le pude golpear la parte inferior logrando ladear a cierto punto de caer. Pero al instante me di cuenta que comenzaba a estabilizarse, muy rápido, tome mi arma y la azote nuevamente el inferior haciendo que el muñeco saltara y cayera al suelo. La maniobra me dejo muy cansado y tirado en la colchoneta, pero no fueron motivos para no expresarme.

—¡Hya! Lo logré —grite alegremente mientras movía mis brazos, los cuales no estaban tan cansados. Mientras me levantaba la celebración fue silenciada por el sonido de la puerta. Había llegado un chico. Al momento pensé que el entrenamiento había acabado, pero para asombro era mi amigo Hikaru, esta vez podía continuar.

— ¡Exuy! ¿Qué estás haciendo... Oh, ya veo —Hikaru había Logrado percatarse de mi entrenamiento escondido.

—Hikaru, que alegría que hayas venido —Le contesté alegremente.

— ¿Quieres que entrenemos juntos? —No habían intenciones en decirle que no. Además que la fuerza de Hikaru me serviría de guía para echar abajo esas “cosas”, a pesar de haber logrado hacer caer una. Hikaru saco su llave espada y junto a esta trajo su nueva arma. Una hermosa espada que complementaba con su arma principal, ideal para machacar a un estilo doble.

Yiaaaa – levanté mis brazos expresando alegría, cuando de pronto la puerta nuevamente habló. Esta vez era una chica de pelo azul donde una cinta naranja en su cabeza le tomaba su pelo. Parecía tener el aspecto de huir y esconderse. Así que mirándonos como desconocidos modulo su grosero saludo.
—Oh, venga ya. Pensaba que esta habitación ya no la utilizaba nadie. Sólo es el sitio donde los novatos entrenan porque no se atreven con el mundo real.

Abrí mis ojos como "guarisapo" al escuchar el comentario de la chica. Agaché la mirada omitiendo el deseo de responder. ¿En realidad no me atrevía a hacerlo en el mundo real? … eso me hace sentir débil, pensé

[James Bond]

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Post cortito, lo sé

Exuy pareció aceptar mi propuesta pues levantó los brazos e hizo un sonido extraño. Sin embargo, antes de poder hacer nada, las puertas del gimnasio volvieron a abrirse y dejaron ver a una chica de pelo azul con cinta naranja. Parecía molesta.

—Oh, venga ya. Pensaba que esta habitación ya no la utilizaba nadie. Sólo es el sitio donde los novatos entrenan porque no se atreven con el mundo real.—

Si aquella chica era una aprendiz de Tierra de Partida, no la había visto nunca por el castillo. ¿Habría llegado recientemente? De todas maneras, el tono de su voz no me gustaba demasiado. Parecía intentar darse aires de superioridad, y eso era algo que no me gustaba. Además, ya habíamos estado fuera de TdP una vez.

—Disculpe señorita. Antes permítame presentarme. Mi nombre es Hikaru Akarui y vengo de Villa Crepúsculo. Y me gustaría decirle, que tanto Exuy como yo hemos viajado fuera de este mundo en una misión de reconocimiento. Así que le agradecería que dejara de usar ese tono, si es usted tan amable.— Le repliqué. No iba a permitir que se burlara de Exuy por muy débil que pudiera sugerir su aspecto.

[Nell]

No parecieron demasiado ofendidos o atacados. Bueno, en realidad, el chico que entrenaba, sí, algo que Hana no dejó de escapar. Si seguía insistiendo, puede que saliera llorando o algo así. ¡Estaban hechos todo unos blandengues en Tierra de Partida! O eso era lo que creía Hana.

Por otro lado, el otro muchacho, en un irritante tono educado que le recordaba demasiado a otra persona, se presentó al instante, dejando también caer que ambos chicos no presentaban el perfil que Hana había presentado. Sus palabras, obviamente, la irritaron. Ella no había salido aún, claro, y pensar que podían considerarlos en un nivel superior al suyo… la enervaba. No parecían gran cosa.

—¿Y qué tono he utilizado? —replicó Hana, haciéndose la inocente—. ¿Acaso he dicho algo que no sea cierto? Los entrenamientos son para quienes no se atreven con el mundo real —se cruzó de brazos—. Pero imagino que, si sólo habéis hecho una mísera misión de reconocimiento, puede que sí le deis un buen uso a esta sala.

Desde luego, no les iba a ahuyentar con semejante provocación. Pero actuaba llevada por la… ¿envidia? Bueno, se dejaba llevar. Incluso si eso derivaba en una situación claramente desventajosa para la muchacha.

[Yuehito]

“…Pero imagino que, si sólo habéis hecho una mísera misión de reconocimiento…”
—¡Que! —La frase quedó haciendo sinapsis en mi cabeza reiteradas veces, como si de un disco musical en mal estado se tratase. Levanté la cabeza con decisión a responder y darle a conocer que casi perdemos la vida en la misión que tan imprudentemente hablaba.

Alce mi brazo para apuntarle pero mis palabras titubearon al querer hacerle ofensa alguna. Mientras me mordía los labios tomé un momento de reflexión en que decirle. No era mi intención hacerla sentir mal, ¿o si? … no, no creo.
—]suenas como si intentaras ocupar tú el gimnasio —Bajando mi dedo y retomando una humilde posición quise finalizar la frase—No creo que ese t-tono n-nos… eeh… mejor… ¿Tiene algún problema? …

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>>editado por imagen rota u_u
Perdón por la demora, Me tenía pegado Vanitas en modo Maestro Dx

[James Bond]

—¿Y qué tono he utilizado? ¿Acaso he dicho algo que no sea cierto? Los entrenamientos son para quienes no se atreven con el mundo real. Pero imagino que, si sólo habéis hecho una mísera misión de reconocimiento, puede que sí le deis un buen uso a esta sala.—

Parecía que aquella chica no se quería rendir así como así. Desde luego, eso era algo que apreciaba. Seguro que había alguna manera de hacerla entrar en razón. Pero Exuy intentó defenderse, con su clásica timidez.

—Suenas como si intentaras ocupar tú el gimnasio. No creo que ese t-tono n-nos... eh... mejor... ¿Tiene algún problema?...—

No parecía muy convencido de sus palabras, ¿falta de autoestima? Tendría que trabajar en eso. Pero aún así era mi amigo, y los amigos están para ayudarse entre ellos. ¿No?

—Disculpe de nuevo señorita...— intenté medir bien mis palabras. No quería problemas con nadie, y menos con una chica—. Verá, puede que sea cierto que hayamos hecho una mísera misión de reconocimiento, pero en dicha misión tuvimos que enfrentarnos a un tipo muy poderoso llamado Zande que controlaba la oscuridad. Si no llega a ser por mi compañero aquí presente, hoy no estaría aquí. Le advierto que si vuelve a decir algo que pueda ofender a mi amigo, no tendré más remedio que retarla a un duelo por honor.— Eso era algo que siempre quise decir desde que lo vi en una película. Tenía los dedos cerca de la empuñadura de mi espada. Estaba preparado por si atacaba repentinamente. Aunque me acordé de algo—. Por cierto, si tiene la amabilidad de decirnos su nombre...—

[Nell]

Ante los nuevos tartamudeos del chico del que aún desconocía su nombre, Hana no pudo hacer otra cosa que gruñir. Le molestaba aquella absurda timidez de ciertas personas. Pero, de cierta forma, ésta también le solía convenir, puesto que no demostraban ser individuos con los que la chica fuera a tener problemas.

—El problema no es mío, monada —le respondió, agregando un guiño bastante impertinente. No era una actitud que le gustase emplear, pero cada vez más Hana era consciente de sus ventajas femeninas, y practicaba con ellas todo lo que podía—. Sino de quien se esconde aquí.

Irónicamente, había ido ella misma a esconderse. Pero, en aquel momento, intentaba darle a entender que, de quien se escondía el chico, era de ese mundo real del que le había hablado. Sí, sí, ese que aún Hana no había conocido.

Por otro lado, también gruñó nuevamente con las palabras de Hikaru. ¡Odiaba los formalismos! Y cada vez más le recordaba al idiota de Edge.

—Soy Hana —se presentó, cruzándose de brazos—. Y no me interesan vuestras encantadores hazañas. ¿Qué tal si me demuestras qué sabes hacer en ese duelo de honor que has mencionado? —sonrió maquiavélicamente—. ¿En qué estabas pensando? ¿Una lucha de espadas hasta que uno no pueda levantarse? ¿Pelea a mano, ganando quien tenga menos huesos rotos? ¿O un duelo mágico? Eso nunca lo he visto… —meditó, antes de seguir proponiendo—. ¿Duelo de pistolas (o lo que tengamos), y quien muera, pierde? ¿Carreras a contrarreloj, cuyo vencedor decida el destino del otro? ¿O ponemos un premio más metálico?

Hana no se había criado en ningún ambiente lleno de ponis y arco iris, por lo que semejantes ideas no le parecían descabelladas. Pero, de ahí a considerar seriamente participar en una… No, probablemente, no se lo había planteado. Proponía los retos que conocía, creyendo que la amenaza de Hikaru había sido un farol. ¿Qué sabría hacer aquel chico, al fin y al cabo? ¡Nada mejor que ella, seguro!

O eso creía, inocentemente.

[Yuehito]

—El problema no es mío, monada. Sino de quien se esconde aquí —su guiño me sonrojó al instante. Nunca una chica me había titubeado de esa forma. Le desvié la mirada solo para poder concentrarme. Su personalidad era dura y directa. El solo hecho de ir contra ella sería un gran problema.

—Disculpe de nuevo señorita… Verá, puede que sea cierto que hayamos hecho una mísera misión de reconocimiento, pero en dicha misión tuvimos que enfrentarnos a un tipo muy poderoso llamado Zande —y que casi nos parte la cabeza tratando de huir. Hikaru tenía razón, no había motivos para sentirse mal con la chica. Además de saber que ambos no queríamos liarnos en mala con la ella.

Luego del breve discurso de Hikaru, la señorita deja a luz su identidad. Hana, un nombre demasiado delicado para una nena de carácter ofensiva. A la chica no le daba ni un interés en querer enfrentarse a Hikaru, pero sabía que él daría una buena idea para salir adelante sin golpes ni humillaciones.

—Hikaru podría mostrarte un juego que cabe la posibilidad que sea difícil de ganarlo—dije pensando en que a mi compañero se le ocurriera algún desvío.

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Le hice una portada al Tema xD

[James Bond]

—El problema no es mío, monada. Sino de quien se esconde aquí.— Replicó la chica.

Hizo un guiño que era más propio de algunas chicas de mi ciudad que sólo querían engatusar a algunos chicos. No iba a caer en la trampa, aunque era guapa. Al fin decidió presentarse. Resultó que se llamaba Hana. Y rápidamente aceptó mi proposición del duelo por honor propusiendo diferentes tipos de pruebas. La verdad es que no creía que fuera a aceptar así como así algo que dije para ver si así se iba, pero Exuy me echó una mano.

—Hikaru podría mostrarte un juego que cabe la posibilidad que sea difícil de ganarlo.—

¿Un juego en el que me fuera difícil ganar? Lo que se me daba bien eran los juegos de cartas, era una habilidad que o se nace o se hace, como me dijo mi padre. Podía jugar desde un Solitario hasta una partida contra el campeón nacional de “Ya-Mi-Oh!*” de mi ciudad sin problema alguno. Lo malo era que no sabía donde conseguir aquí una baraja de cartas.

—Podríamos jugar a las cartas. Es algo que se me ha dado bien desde pequeño. Lo malo es que no sé dónde conseguir aquí una baraja. Si usted, señorita Hana, sabe donde, me gustaría batirme en duelo.—

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*Parodia de "Yu-Gi-Oh!", xDDD

[Nell]

No esperaba, nuevamente, que aceptasen la oferta. ¿Qué pasaba con aquellos chicos? ¿Es que iban a ignorar todos los “duelos” que había propuesto? ¿Les parecían demasiado leves o qué? Aquello la estaba empezando a enervar.

―¿Juego? ¿Qué somos? ¿Niños? ―murmuró, cruzándose de brazos.

Sin embargo, dicho juego al que se referían no le resultó indiferente a Hana. ¡Cartas! Adoraba las cartas. Sobre todo porque se enorgullecía de las múltiples partidas llenas de trampas de las que había salido indemne. Y, por supuesto, no esperaba que aquella fuera diferente.

Sacó ella misma su propia baraja del bolsillo de su pantalón. Era una suerte que de vez en cuando la llevase encima. Mucho más que el chico no tuviese las suyas propias, pues eso le daba pie a emplear los naipes de más que, esperaba, siguieran ocultos en sus botas, donde generalmente solía dejarlos.

―Ésta servirá ―comentó, barajándolas con soltura, mientras se sentaba en el suelo―. ¿A qué quieres que nos batamos?

La situación en sí era un tanto irónica, contando que, hasta hace unos segundos, parecía jactarse de los “juegos de niños”, que ahora parecía expectante a empezar.

[Yuehito]

—Podríamos jugar a las cartas. Es algo que se me ha dado bien desde pequeño. Lo malo es que no sé dónde conseguir aquí una baraja. Si usted, señorita Hana, sabe dónde, me gustaría batirme en duelo— La idea de Hikaru me parecía interesante, no habría sangre ni menos una persona herida al terminar el día. Me dirigí a la esquina del gimnasio para traer una mesa y ubicarla cerca de donde estábamos.

― ¿Juego? ¿Qué somos? ¿Niños? ―Hana al parecer se veía demasiado enojada, el juego de cartas parecía no gustarle demasiado.

Los chicos no habían notado que había puesto la mesa y dos banquillos, los que encontré cerca de la entrada que servían para descansar cuando miraban a los demás entrenadores. Hana por su parte ya tenía una baraja que había sacado de sus bolsillos ¿Pero no era ella la que decía que era un juego de niños? ¿Qué pasa con esa chica?

―Ésta servirá. ¿A qué quieres que nos batamos? ―sea cual fuese la respuesta de Hikaru sabía que se le ocurriría algo astuto.

―Bien, si están listos p-pueden sentarse para comenzar ―Hice una sonrisa amable― Yo seré el árbitro.

[James Bond]

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Perdón por la tardanza, pero estaba decidiendo qué juego de cartas utilizar. Y creo que el que voy a poner pegaría bastante con el mundo de Hana.

Tras ofrecerle mi propuesta, Hana murmuró algo. Sólo alcancé a oir algo que sonaba como “¿Niños?”. Sacó una baraja del bolsillo. Con eso sería suficiente para jugar. Tan solo necesitaba las fichas.

—Ésta servirá. ¿A qué quieres que nos batamos?— Preguntó.
—Hum...— Estuve pensativo pero Exuy interrumpió mis pensamientos.
—Bien, si están listos p-pueden sentarse para comenzar. Yo seré el árbitro.

Acababa de darme una idea. Decidí inclinarme por el póquer. Exuy actuaría como croupier.

—Señorita Hana, ¿conoce usted el póquer? Es un juego de apuestas con unas reglas muy sencillas. Si no le importa, mi amigo será el croupier*.— Le dije.

Tras recibir la respuesta de Hana, me senté en una de las sillas que trajo Exuy. Entonces le hablé.

—Exuy, baraja muy bien el mazo y pon las cinco primeras cartas bocaarriba. Luego repártenos dos cartas a cada uno. Bocaabajo. Hana irá primero, yo después.

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*Croupier: la persona encargada de repartir las cartas.

[Nell]

Se sentaron en una improvisada mesa que había colocado Exuy, quien se proclamó árbitro del juego. En gran parte, no le incomodaba en absoluto, ya que había colado cartas ante ojos mucho más astutos que los de aquel niño parecían. En cuanto se despistara, pondría el juego a su favor.

—¿Póker? Está bien. Al menos no has propuesto nada como brisca o patrañas parecidas —comentó. El póker solía estar más valorado respecto a competiciones.

Hikaru explicó los pasos a su amigo, mientras Hana tomaba una cómoda posición en la silla, cruzando la pierna de manera horizontal, fingiendo estar más cómoda así. Las cartas más favorables estaban en la bota. Según como transcurriera el juego, sacaría unas u otras.

Pronto, esperaba, lamentarían haberla contradecido.