Spoiler: Mostrar
LA MALDICIÓN DE LA MUERTE
Hola, soy Alexis, una chica de unos quince años con una trágica historia. Es muy posible que me meta en un buen lío por hacer esto, ya que violo las leyes celestiales, pero me siento más tranquila sabiendo que algunos mortales sabrán el por qué de este mensaje. Veréis, vengo a hablaros de la muerte. Si, lo sé, no es un tema muy agradable, ¿verdad? Como ya supondréis, estoy muerta. Si, es horrible.
Ya que muchos vivos se lo preguntan, voy a contestar a esa gran duda. ¿Qué ocurre cuando mueres? Lo contestaré, pero creo que es más interesante que sepáis saber cuándo vais a morir. Yo ya había oído hablar de ello, pero pensé: ¡Qué tontería!
Me equivoqué. Recuerdo el día de mi muerte, ya que sólo fue hace una semana. Me encontraba paseando por la calle tranquilamente comiendo una bolsa de pipas. Hacía mucho viento, así que me sujeté el pelo con una coleta. Bolsas y revistas revoloteaban por la ciudad. Aquel vendaval no era normal, no. Se trataba de un huracán, pero yo quería dar mi paseo. Seguramente ahora estaréis pensando que me cayó un rayo o me aplastó un árbol. Os equivocáis. Me disponía a cruzar la calle y el semáforo se encontraba en rojo para los peatones. Pasado un minuto, cambió a verde y comencé a pasar por el paso de cebra. Un periódico revoloteó hasta mi cara, tapándome la vista. Yo angustiada intenté quitármelo lo antes posible. Pero ya era tarde. Empecé a notar un frío gélido en mis antebrazos y un escalofrío me atravesó la espalda. De pronto, era como si el mundo fuese a una velocidad diferente. Todo iba más lento. Las gotas de agua que caían del cielo parecían bailar. Seguía angustiada y ahora más que nunca. No sabía que hacer. Me giré hacia la derecha muy lentamente, tanto como me dejaba aquello que fuese lo que me estaba retardando. Eso era un aviso de la muerte. Es horrible estar en un lugar incapaz de moverte sabiendo que justo segundos después la vida va a pasar ante tus ojos. Si, así es. Veía nubes que poco a poco iban adquiriendo formas, las formas de mis recuerdos. Mi primer cumpleaños, el beso con Jack, la despedida de Sarah, el nacimiento de mi hermana, todo. Quería que todo pasase ya, que acabase. No me dio tiempo casi a pestañear cuando todo se volvió oscuro y frío. Más frío que segundos antes. Algo se ancló en mi corazón y sentí como tiraban de él con fuerza. Dolía, dolía mucho. Pero yo era incapaz de reaccionar, estaba sumida en un profundo sueño del que estaba segura que no iba a despertar. Pero vi una luz e hice un esfuerzo de dirigirme hacia ella. Traspasé el umbral de la puerta y aparecí en un paisaje desierto, con dunas blancas y el cielo soleado. Nunca entendí porqué pero... estaba en el infierno. No solo yo, sino millones de personas.Tal vez ese sea el destino que nos depara el futuro a todos: ir al infierno. Al morir, te encadenan una maldición. La Maldición de la Muerte. Al cerrar los ojos lo único que ves es una imagen, la peor imagen de tu vida: el momento de tu muerte. En mi caso, al cerrar los ojos sólo veo un coche tuneado verde y naranja ante mí. Dentro, el conductor me mira con odio, lleno de rabia, iracundo. No comprendo y jamás comprenderé por qué mi ex novio, Joseph, me atropelló.
πJr.
Hola, soy Alexis, una chica de unos quince años con una trágica historia. Es muy posible que me meta en un buen lío por hacer esto, ya que violo las leyes celestiales, pero me siento más tranquila sabiendo que algunos mortales sabrán el por qué de este mensaje. Veréis, vengo a hablaros de la muerte. Si, lo sé, no es un tema muy agradable, ¿verdad? Como ya supondréis, estoy muerta. Si, es horrible.
Ya que muchos vivos se lo preguntan, voy a contestar a esa gran duda. ¿Qué ocurre cuando mueres? Lo contestaré, pero creo que es más interesante que sepáis saber cuándo vais a morir. Yo ya había oído hablar de ello, pero pensé: ¡Qué tontería!
Me equivoqué. Recuerdo el día de mi muerte, ya que sólo fue hace una semana. Me encontraba paseando por la calle tranquilamente comiendo una bolsa de pipas. Hacía mucho viento, así que me sujeté el pelo con una coleta. Bolsas y revistas revoloteaban por la ciudad. Aquel vendaval no era normal, no. Se trataba de un huracán, pero yo quería dar mi paseo. Seguramente ahora estaréis pensando que me cayó un rayo o me aplastó un árbol. Os equivocáis. Me disponía a cruzar la calle y el semáforo se encontraba en rojo para los peatones. Pasado un minuto, cambió a verde y comencé a pasar por el paso de cebra. Un periódico revoloteó hasta mi cara, tapándome la vista. Yo angustiada intenté quitármelo lo antes posible. Pero ya era tarde. Empecé a notar un frío gélido en mis antebrazos y un escalofrío me atravesó la espalda. De pronto, era como si el mundo fuese a una velocidad diferente. Todo iba más lento. Las gotas de agua que caían del cielo parecían bailar. Seguía angustiada y ahora más que nunca. No sabía que hacer. Me giré hacia la derecha muy lentamente, tanto como me dejaba aquello que fuese lo que me estaba retardando. Eso era un aviso de la muerte. Es horrible estar en un lugar incapaz de moverte sabiendo que justo segundos después la vida va a pasar ante tus ojos. Si, así es. Veía nubes que poco a poco iban adquiriendo formas, las formas de mis recuerdos. Mi primer cumpleaños, el beso con Jack, la despedida de Sarah, el nacimiento de mi hermana, todo. Quería que todo pasase ya, que acabase. No me dio tiempo casi a pestañear cuando todo se volvió oscuro y frío. Más frío que segundos antes. Algo se ancló en mi corazón y sentí como tiraban de él con fuerza. Dolía, dolía mucho. Pero yo era incapaz de reaccionar, estaba sumida en un profundo sueño del que estaba segura que no iba a despertar. Pero vi una luz e hice un esfuerzo de dirigirme hacia ella. Traspasé el umbral de la puerta y aparecí en un paisaje desierto, con dunas blancas y el cielo soleado. Nunca entendí porqué pero... estaba en el infierno. No solo yo, sino millones de personas.Tal vez ese sea el destino que nos depara el futuro a todos: ir al infierno. Al morir, te encadenan una maldición. La Maldición de la Muerte. Al cerrar los ojos lo único que ves es una imagen, la peor imagen de tu vida: el momento de tu muerte. En mi caso, al cerrar los ojos sólo veo un coche tuneado verde y naranja ante mí. Dentro, el conductor me mira con odio, lleno de rabia, iracundo. No comprendo y jamás comprenderé por qué mi ex novio, Joseph, me atropelló.
πJr.