Las voces cada vez sonaban más lejanas. Sentía todo mi cuerpo entumecido, con una sensación de quemazón en el hombro que no paraba de molestar y la sangre volviendo a recorrer mi rostro. Aún así, me sentía... realizada, de alguna forma.
Había salvado la vida de un niño. Del ataque de aquellas criaturas. Valía algo más que antes. Podía considerarme una auténtica aprendiz de la Llave-Espada, y podría mirarle a la cara a Akio la próxima vez que me reuniese con él.
De repente me sentí perdida entre la oscuridad, pero a gusto con ella. Una parte de mí sabía que acababa de entrar otra vez en mi mundo de pesadilla, pero realmente sentía la necesidad de descansar allí, sin el escándalo que se había montado en la plaza de la farola. Sí, aquel silencio escalofriante se había vuelto de repente en algo reconfortante y cálido. "¿Pero por qué?", pensé. ¿Por qué la oscuridad podía llegar a ser tan gentil conmigo? ¿No se suponía que la oscuridad era maldad que los portadores de la Llave-Espada debíamos eliminar? "Mantener el equilibrio", sí, pero... ¿tan terrible era el poder de la oscuridad?
Mis pensamientos se nublaron aún más cuando percaté en la lejanía aquella nostálgica melodía. ¿Quién sería el que tocara el violín? Un momento... ¿q...qué era un violín? ¡Ah, sí! Un instrumento de música, de cuerda... pero... jamás había visto uno en mi Villa. Ni su sonido. Entonces... ¿por qué lo reconocía?
Comencé a sentirme acunada de nuevo. No me había dado cuenta de que la ahora no tan horripilante criatura, envuelta en oscuridad, prestaba atención a cada una de mis facetas y expresiones con sus brillantes ojos. Pero, por alguna extraña razón, ya no me daba miedo estar cerca de ella. Es más, me abracé a ella, buscando refugio.
—
¡Agh! —me quejé, sintiendo como alguien del exterior, seguramente, empezaba a curar mis heridas. Me aferré aún más al ser —.
¡A...agh!Como respuesta a aquello, la criatura usó sus tentáculos para aliviar mi sufrimiento, acariciándome el pelo. Todo aquello se sentía tan bien... que no quería despertar.
—
Sigues tan descuidada como siempre, mi Princesa —dijo, mientras... ¿reía? Y muy agradable, a pesar de su horripilante aspecto de Sincorazón—.
No has cambiado en absoluto desde la última vez.—
¿P...princesa? —pronuncié, confusa por aquel término con el cuál me seguía mencionando—
¡Ugh! ¿Por qué...? Siento que te conozco, pero... no me acuerdo de ti —sentí su triste mirada y me acurruqué en su abrazo, siendo de algún modo adherida a su oscuridad, pero no me importaba—.
Lo siento.—
No te preocupes —pronunció, aunque la tristeza aún invadía su voz—.
Pronto volverás a acordarte de mí. Sólo necesitas tiempo... has estado mucho tiempo dormida. Y no dejaré que vuelvas a sufrir. Jamás... Aquellas palabras eran tan sinceras que me sentí muy embriagada por ello. Pero algo no encajaba. ¿Por qué me llamaba princesa? ¿Acaso era causa del medallón de plata? ¿Me estaba equivocando quizás con...con...?
—
¿E...Evangeline? —pronuncié, ante lo que el monstruo se sorprendió y me miró fijamente—.
¿Ese es... mi verdadero nombre? La criatura alzó la mirada y se fijó en el horizonte de oscuridad que nos rodeaba. Me asomé para observar nuestro alrededor. Nos encontrábamos en medio de un pequeño islote, rodeados de... ¿agua? Un océano sin fin. Y él parecía sumido en un profundo pensamiento, como si estuviese analizando mi deducción con absoluta seriedad.
—
Evangeline, ¿eh? —preguntó a la nada, pensativo—.
Hacía tanto tiempo que no oía ese nombre. De repente, el sonido del violín empezó a escucharse más cercano.
Oí pasos, aproximándose hacia nosotros. Noté como mi acompañante se posicionó a la defensiva, rodeándome con sus brazos con mayor fuerza. Yo intenté incorporarme para saber a qué se debía su comportamiento.
—
¿¡C...cómo has llegado hasta aquí!? ¡Aléjate de nosotros! —gritó enfurecido, observando la silueta que tocaba la melodía. Una canción tan bonita... quería alcanzarle. Pero la criatura me lo impedía.
—
No, yo quiero... ir con él. Su melodía es... preciosa —dije, hipnotizada por aquella dulce sonata que me hacía feliz. No podía evitar querer liberarme de sus tentáculos.
"Eso es, mi preciada Evangeline... ven conmigo... no tengas miedo."
Andé descalza por la arena, intentando aproximarme a la silueta que me llamaba. Me costaba caminar, pero sólo quería llegar a sus brazos.
"Eso es, un poquito más. Ya casi estás..."
Alzó el brazo, incitando a que la agarrase. Imité su acto.
"Vayamos juntos"
Estuve a punto de rozar sus dedos cuando un fuerte rugido retumbó a mis espaldas.
—
¡¡No!! ¡No dejaré que te la lleves de nuevo! —y uno de sus tentáculos me agarró por una de las piernas. Volví en mí misma y la canción de sonata fue interrumpida por un chirriante estruendo. Pero no tuve tiempo para asimilar lo que acontecía en la superficie.
Mi cuerpo se había hundido en el profundo océano, dejando atrás a mi querido monstruo y a la nostálgica pieza de violín. Cerré los ojos, sumida por el sueño y el cansancio, sin fuerzas para pensar en nada.
Sólo quería volver a mi hogar... a Tierra de Partida.
Último post de EspeYuna y fin del encuentro. Seguiremos la historia en el próximo. Chan chan chan~