El desconocido ignoró los intentos de la mujer de que su atención se centrara en los dos hombres que apenas hacía un par de minutos que se habían ido.
Lanzó a Mei a unos metros a distancia, aterrizando en el rocoso suelo. Le apuntó con la espada de forma amenazante, dando lentos pasos hacia ella para que retrocediese.
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Si no tienes nada que ver con el imperio, ya puedes correr a él —le advirtió—
. Dile a tu Emperador que yo, Shan Yu, destruiré China a menos que me detenda. Le espero aquí.Pero antes de poder salir corriendo la chica o replicar algo, vio cómo los hombres que habían salido a la búsqueda ya estaban de regreso. Sin embargo, algo extraño había en ellos; se habían recubierto con toda su ropa, colocárse la enorme capucha con la que vestían y ocultando sus rostros en un mar de oscuridad. Sus ojos brillaban con un tono amarillo desde allí, amenazantes. Se acercaron a Shan Yu y le observaron unos segundos.
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¿Qué habéis encontrado?Los dos soldados no contestaron, con la mirada clavada en su superior. Este gruñió y se acercó a ellos.
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¿Es que no me habéis escuchado? ¿Qué habéis encontrado?Permanecieron en silencio. Algunos de los hunos comenzaron a cuchichear entre ellos ante la actitud de los hombres, como si se burlasen del temible guerrero. Este no tardó en enfurecer: se lanzó a por uno y le agarró las ropas, tirando hacia él y amenazándole con la espada en alto.
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¿¡Me desafiáis!?El hombre al que agarró comenzó a arder en llamar, llamar negras que le cubrieron todo el cuerpo. A su compañero, para sorpresa de Shan Yu, le sucedió lo mismo; sus cuerpos se volvieron en gigantescos centauros con una especie de lanza como arma, un casco plateado y una capa roja que bajaba por su recién creada armadura.
Gigantescos, fieros y peligrosos. Shan Yu abrió la boca, sorprendió por la transformación de sus soldados; pero en vez de asustarse, agarró su arma de mitrilo con mayor rabia.
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¿¡Qué magia negra es esta!?Se lanzó a por los monstruos, dispuesto a batirse en duelo con los dos a la vez. Mei podía huir o quedarse a ver cómo avanzaba la cosa. ¡Era el mitrilo que buscaba! Aunque quedarse pintaba de todo menos seguro...