Quería pensar que jamás me alcanzaría. Pero el niño era rápido; fue brutal el acelerón que pegó en mi dirección, probablemente por su frustración al ser engañado por mi absoluta geniliadad. Mencionar de aquella forma mi apellido me hizo pensar que quizás me conociera antes de todo aquello, pero... No le recordaba en absoluto. Y una cara de panoli como aquella se me quedaría grabada para siempre.
Mi corazón dio un vuelco cuando casi me alcanzó, pero entonces mi caballero negro acudió al rescate. No entendí bien por qué al principio, pero se lanzó y derribó al muchacho mientras yo corría. Me di la vuelta mientras corría, saqué la lengua y me llevé ambas manos a la cabeza para burlarme de él mientras agitaba los dedos:
—¡Na, nanana na!
Una vez fuera, invoqué mi Glider y salí volando del mundo, esperando alcanzar mi nave gumi. Reflexioné mientras viajaba sobre aquel viaje. Había podido sacar dos cosas en claro: que no debía aceptar más provocaciones en Tuipper de desconocidos para visitar aquel mundo de emos y, sobre todo, que mi ángel guardián oscuro estaba siempre ahí para protegerme. La amistad que había entre los dos era capaz de superar cualquier barrera.
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