Miré con recelo aquella armadura hasta la sorpresa que esperaba, ¡pero si yo su muerte deseaba! Miré con gusto la mano de la dama, ¡que tierna artimaña! Sabía ya que truco tenía ese calabaza mal parida. ¿No era acaso sospecha alguna que su estado, cual discernía de lo que le rodeaba, una trampa esperaba? En este teatro de terror, sangre no lucía más que las luces que la mansión cambiaba para evitar ir manchada. Claramente algo así esperaba, antes con la purpurina, yo hasta dudaba que sangraba si me cortaba con la espada.
Bueno, no era buena la tentación. Podría coger alguna enfermedad que se transmita gracias a abrir una herida y la putrefacción de la zona sólo aumentaría la infección de cualquier herida. ¡Como la de la mano de esa tía!
—
Mira que avisé, es una trampa, no pienso hacerte un chequeo médico... Ya te morirás o te amputarás el brazo luego. — murmuré para mirar más detalladamente la armadura, era gracioso... Sin duda—.
Esto si que es curioso...No tenía soporte, como deducía y su postura algo curvada demostraba que no era una armadura solitaria. Así que tras salir, esperé al resto de grupo mientras evitaban mirar algo que querría coger y usar para dar
bofetones sin cortarme, pillad el chiste... ¡Oh pero si no tengo sentido del humor! Bah, lo entenderéis luego y si no, pues que os den... Cogí un par de caramelos y uno se lo di a Aru.
Salir al exterior, ¡que genial! ¡Qué emoción! Solo faltaban estatuas de ángeles, a las que no perder ojo, para hacer más este lugar una atracción. Suspiré aliviado que no fuera otra trampa la que hubiéramos activado. ¿Y por qué ahora justo voy narrando y rimando? Por Halloween y amor a mi vida, era mejor tomarla con ironía, con sarcasmo y descaro, porque este será un gran año. ¿Voy comenzando? Este turno pasaré de narrar mis deducciones, creo que ya las habréis tomado con las decisiones. Yo miré a mi dulce princesa, que me hacía tener unas ganas tremendas de llevarla abrazada, con tal de que no se salga... nada. Me señaló su dirección, bella ubicación:
el invernadero. Miré como la morsa verdosa del grupo iba en esa dirección y miré a Aru, la seguiría, así que sin más dilación miré a Simbad.
—
Simbad, si hay peligro o descubrimos, pero no hay salida, algo iremos por vuestro camino. Vosotros deberíais hacer lo mismo. Cuento contigo, chico endiablado...—le informé al joven que conocía en aquel lugar. Parecía centrado en sacar la guadaña, yo me quedé un segundo a ver que hacía. Miré al resto y miré la manca con una sonrisa,
e s o l e p a s a p o r t o n t a.—Watson va hacia el invernadero, pero antes mira lo que hace Simbad con la guadaña.